drecientemente inaugurado, Nápoles a París. El Louvre invita al Museo Capodimonte trajo más de 70 obras maestras de Capodimonte en las salas del Louvre. La calidez napolitana y la espectacularidad teatral irrumpieron así en la Grande Galerie «sin buscar el equilibrio» pero, como explica el director de Capodimonte Sylvain Bellenger: «introduciendo un elemento dramático en la gracia de la mirada francesa».
El diálogo se amplía desde hoy 28 de junio hasta el 3 de julio con Los fantasmas de Nápoles de Eduardo De Filippo, espectáculo concebido y dirigido por Emmanuel Demarcy-Mota. Proyecto nacido de la colaboración entre la Théâtre de la Ville de París y el Teatro de la Toscana sobre dramaturgia de Marco Giorgetti, Director del Teatro della Toscana. Eso explica: «Estos fantasmas son los imponderables con los que nos tenemos que enfrentar, en un misterioso diálogo entre vivos y muertos sobre la eternidad. La muestra es un encuentro entre lenguajes, autores y diferentes generaciones, en un escenario donde nunca dejas de repensar el arte y sus infinitas variaciones».
Son las inolvidables palabras de Eduardo De Filippo, entre música, canciones y citas de Luigi Pirandello y Fernando Pessoa las que encienden esta particular polifonía, himno a la ciudad de Nápoles, capital cosmopolita de un universo en reconstrucción con sus imaginarios, durante la posguerra.
Los fantasmas de Nápoles en el Museo del Louvre
Es precisamente en la Grande Galerie donde toma forma la primera parte de la representación, entre el realismo mágico y la poesía cotidiana, con vagabundeos poéticos a lo largo del itinerario de la exposición, animado por algunos artistas de la Troupe de l’Imaginaire del Théâtre de la Ville. En cambio, la segunda parte se desarrolla en el Cour Lefuel, nunca abierto al público.
Numerosos intérpretes de un grupo representativo que recitará en francés, italiano y napolitano. Ernesto Lama, veterano del repertorio eduardiano, Francesco Cordella como Pulcinella y Mariangela D’Abbraccio: «Este encuentro entre Italia y Francia ofrece nuevas perspectivas –dice la actriz– y lleva a Eduardo a una tierra donde no se ha representado con tanta frecuencia como en el resto del mundo, da aún más satisfacción. voy a cantar Mala mujer Y oh marun poema de Eduardo que entrelazo con las notas de Pino Daniele. Sin embargo, lo que me conmueve de manera particular es la lectura del discurso que De Filippo pronunció durante su última aparición pública en Taormina, en 1984, pocos meses antes de su muerte».
Palabras llenas de emoción, que llevan dentro el sentido de una profesión: «Hacer teatro en serio es sacrificar una vida. El corazón siempre temblaba, todas las noches, en todas las primeras funciones. Incluso esta noche mi corazón está latiendo y seguirá latiendo incluso cuando se detenga.
De nápula es a Tammurriata negra: en el reparto también Lina Sastri, que junto al guitarrista Filippo D’Allaio, trae al escenario «una declaración de amor a su maestro de vida y de escenario, que Moliere napolitana de Eduardo, uno de los padres fundadores del teatro contemporáneo, que vio su primera ópera fuera de Italia, ¡Estos fantasmas!», representada en el Théâtre de la Ville en 1955. Con ella, en esta “operación creativa y coral”, Filumena Marturano y toda la pasión de la música napolitana.
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