París 2024 tampoco escapa a la maldición olímpica de la corrupción

“Paris 2024 establece los más altos estándares de integridad y transparencia para ofrecer unos Juegos ejemplares”. Así lo establece la carta ética.

Tony Estanguet, medallista y ex atleta olímpico, había prometido un estricto control presupuestario y transparencia como presidente del comité organizador francés (Cojop). “Un comité de auditoría de magistrados y un comité de ética prevendrán cualquier riesgo de conflicto de intereses o corrupción”. La organización también instaló una línea directa: cualquier persona que se encontrara con prácticas desagradables en acuerdos financieros podría denunciarlas allí de forma confidencial.

La redada judicial en la sede del comité organizador en Saint-Denis sugiere que él mismo tiene mantequilla en la cabeza. La acción la llevan a cabo dos servicios franceses, la Oficina Central de Lucha contra la Corrupción y las Infracciones Fiscales y la Brigada Financiera de la Policía Judicial de París. Además del comité organizador, los investigadores también apuntan a Solideo, que coordina las obras de infraestructura de los Juegos.

Según la fiscalía francesa, los allanamientos siguen investigaciones abiertas en 2017 y 2022 por apología ilegal, apropiación indebida de fondos públicos y favoritismo en la adjudicación de contratos por parte de Cojop.

Más caro de lo esperado

No importa cuán ansiosamente París se presente como un anfitrión ‘limpio’, probablemente nadie se sorprenda con las investigaciones judiciales. El pasado demuestra que la corrupción es un elemento permanente en la organización y licitación de obras de infraestructura para los Juegos Olímpicos, que involucran miles de millones de euros.

Es casi una ley, al igual que el presupuesto para la organización de los Juegos sigue desviándose en la práctica.

Tomemos París 2024. Los costes estimados de 6.600 millones de euros en 2017 ya se han ajustado a 8.800 millones. Solideo, que está construyendo la villa olímpica, entre otras cosas, tiene un presupuesto de 4.400 millones, de los cuales 1.170 millones provienen del gobierno. Pierre Moscovici estima que esos costos como presidente del Tribunal de Cuentas son mucho más altos, hasta 3 mil millones.

No fue diferente en los Juegos anteriores en Tokio: en la candidatura, la factura se presupuestó en 6 mil millones de euros, en el acuerdo final fue el doble, aunque esto no estuvo ajeno a la pandemia de corona.

Treinta años de prisión para Nuzman

Para Tokio 2021, Haruyuki Takahashi fue condenado como miembro del comité organizador por 320.000 euros en sobornos que recibió en 2017 de la cadena de disfraces Aoki Holdings. A su paso, Yasuo Mori, como ex director del comité, había sido arrestado por ofertas falsas en contratos relacionados con eventos de prueba.

Lo mismo para Río 2016. Aquí Carlos Arthur Nuzman, presidente del comité organizador y del comité olímpico brasileño, estaba en el banquillo. Había comprado votos para llevar los Juegos a Río y tras una exhaustiva investigación, el juez dictó una dura sentencia en 2021: treinta años de prisión por corrupción, pertenencia a organización criminal, blanqueo de capitales y contrabando de divisas. Además de Nuzman, el exalcalde Eduardo Paes también fue investigado por soborno.

¿Más atrás en el tiempo? Para Londres 2012, los pagos secretos eclipsaron la construcción del Estadio Nacional Olímpico; en Beijing 2008, el ex vicealcalde Liu Zhihua fue sentenciado a cadena perpetua como supervisor de construcción olímpica por recibir dinero de los desarrolladores; en Atenas 2004, llegaron informes de sobornos y controvertidos proyectos de construcción empujaron a Grecia a la bancarrota.

Sin embargo, los fanáticos de los deportes no deben preocuparse por París 2024. Desde la Segunda Guerra Mundial, los Juegos siempre han tenido lugar.



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