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El suelo sobre el que han caminado millones de personas durante varios siglos necesita una profunda renovación.
JERUSALÉN – La Pascua está a la vuelta de la esquina y, por primera vez en dos años, la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, el lugar donde se dice que Jesús fue crucificado, sepultado y resucitado, vuelve a estar ocupada. Los peregrinos esperan pacientemente frente a la tumba, mientras en la entrada una mujer despliega una bandera ucraniana sobre la piedra de embalsamamiento. Todos están sumidos en sus pensamientos para que nadie parezca prestar atención a las obras de construcción que perturban un poco la serenidad del santuario.