El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, comparecerá ante los legisladores el martes para ser juzgado por cargos de juicio político que podrían resultar en su destitución, ya que las tensiones sobre los procedimientos en la nación andina son altas.
Lasso, un exbanquero, enfrenta cargos en la legislatura controlada por la oposición por malversación de fondos relacionados con contratos adjudicados a la empresa estatal de transporte de petróleo Flopec. Lasso ha negado los cargos y los ha presentado como motivados políticamente. Los contratos en cuestión se adjudicaron en 2018, tres años antes de que asumiera el cargo.
Se espera que el Congreso celebre una votación sobre la censura y el juicio político de Lasso el fin de semana. Se necesita una gran mayoría de 92 de los 137 legisladores para asegurar su destitución. Los legisladores acordaron la semana pasada seguir adelante con un juicio por una mayoría simple de 88 votos de los 116 miembros presentes.
Las perspectivas de Lasso de sobrevivir a los últimos procedimientos se atenuaron aún más el domingo cuando el Congreso reeligió como presidente a Virgilio Saquicela, un independiente que apoya la destitución de Lasso. El partido Creo de Lasso se quedó sin representación en los comités de supervisión cruciales.
“Las posibilidades de Lasso nunca fueron buenas, pero la votación del domingo muestra que es muy posible que dentro de cinco días sea censurado y destituido”, dijo Sofía Cordero, politóloga del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina con sede en Quito.
A pesar de recibir elogios por la campaña de vacunación contra el covid-19 de Ecuador y un acuerdo de reestructuración de la deuda con China, Lasso ha tenido problemas para gobernar desde que asumió el cargo hace dos años, incapaz de superar un congreso hostil y sin poder contener el aumento de la violencia relacionada con las drogas. Podría sobrevivir a un juicio político esta semana, aunque los analistas dicen que quedaría cojo con una oposición envalentonada en el Congreso.
“Ninguna de las opciones disponibles es buena”, dijo Cordero. “Todos traen inestabilidad, incertidumbre e ingobernabilidad”.
En cualquier momento antes de la destitución, Lasso podría disolver el congreso y provocar elecciones presidenciales y legislativas bajo la llamada cláusula de muerte mutua en la constitución de Ecuador. En ese escenario, gobernaría por decreto, supervisado por la corte constitucional, durante seis meses mientras se llevan a cabo las elecciones.
Lasso le dijo al Financial Times el mes pasado que activaría la cláusula si el Congreso tomara medidas para expulsarlo. Pero los legisladores de la oposición, así como Saquicela, han dicho que tal medida sería impugnada por el Congreso.
La coalición para acusar a Lasso cruza fronteras ideológicas. El partido izquierdista Unión por la Esperanza (UNES), liderado por el expresidente Rafael Correa, quien vive en Bélgica para evitar ser encarcelado por corrupción, prometió sus 47 votos para destituir a Lasso. El partido socialcristiano de derecha también apoya el juicio político, aunque ha perdido un puñado de miembros por el tema.
“Podemos tener diferencias ideológicas pero estamos unidos para salvar a Ecuador de las nefastas acciones del presidente Lasso”, dijo Viviana Veloz, diputada de la UNES y una de las líderes del proceso de juicio político.
El partido indígena Pachakutik podría resultar decisivo. La semana pasada se dividió sobre si continuar con el juicio de Lasso, aunque el domingo apoyó en gran medida la reelección de Saquicela y de otros partidarios del juicio político a cargos importantes.
En medio de la incertidumbre en el Congreso, los líderes indígenas han amenazado con llamar a la reanudación de las protestas que paralizaron el país en junio pasado y casi obligan a Lasso a dejar el cargo en otro juicio político, al que sobrevivió.
“Si el gobierno toma decisiones equivocadas y provoca una reacción social. . . declararemos una movilización nacional”, dijo Leonidas Iza, el líder anticapitalista de la poderosa federación indígena Conaie que lideró las protestas. “Vamos a estar a la espera”.