Las medidas de incautación o decomiso de activos del crimen organizado aumentan constantemente y superan constantemente las medidas de reutilización, también en virtud de las diversas criticidades identificadas. Así lo ha destacado el Tribunal de Cuentas en la Resolución núm. 34/2023/G de la Sección de Control Central sobre la gestión de las administraciones del Estado, en la que el Poder Judicial de la Contaduría examinó las funciones realizadas por la Agencia Nacional para la administración y destino de los bienes incautados y decomisados a la delincuencia organizada.
Disminución de la disponibilidad financiera de los municipios y del tercer sector
En el documento, la Corte encontró que “a pesar de los importantes recursos humanos y financieros empleados, el volumen de información recopilada sobre los activos incautados o confiscados aún no ha convergido en un sistema de datos confiable, completo y que permita realizar búsquedas”. Además, según los jueces contables, “los mayores obstáculos para destinar los bienes incautados a las mafias a un nuevo uso están vinculados, además de la duración de los procesos, a la reducida disponibilidad financiera de los Ayuntamientos y entidades del tercer sector, que dificulta la puesta en marcha de proyectos de reutilización social de estructuras robadas a organizaciones criminales, especialmente en el caso de edificios en mal estado o sujetos a gastos de gestión”.
Necesitamos la capacidad de concentrar las energías humanas y financieras
Aun en presencia de recursos adecuados, agregó la Corte, “el desconocimiento de su existencia y de las formas de adquisición constituyen elementos significativos de entorpecimiento de la reutilización social de los bienes en el contexto de las políticas de combate a las mafias. Las dificultades adicionales para elaborar estimaciones confiables y actualizadas sobre el valor de mercado de los activos y el tiempo necesario para la verificación de los créditos de terceros de buena fe perfilan – concluyó el magistrado contable – un panorama de conjunto que exige una renovada capacidad de concentrar las energías humanas y financieras, aunque adecuadamente presentes en el sistema, para devolverle ímpetu y credibilidad a la acción institucional”.