Bertolucci: "No hay tiempo para entrenar en las vacaciones de invierno"

Cuando jugaba el exazzurri, el calendario era más racional: hoy solo los grandes nombres pueden elegir los torneos

En mi época, la temporada de tenis transcurría con regularidad: se jugaba desde febrero hasta finales de noviembre-principios de diciembre, y luego había seis semanas canónicas para dedicar a la preparación invernal. Durante el año, pues, en un par de ocasiones, cada uno tuvo la oportunidad de hacer un par de convocatorias deportivas. A día de hoy, con un calendario comprimido que te da apenas una semana libre a principios de diciembre, y en Navidades ya te obliga a mudarte a Australia, el tiempo para dedicar a entrenar fuera de la competición se ha reducido drásticamente, y por ello no es de extrañar. que ya a marzo el circuito tiene un número tan elevado de lesionados. Al fin y al cabo, desde hace un tiempo los jugadores piden con insistencia una remodelación de los compromisos y solo las superestrellas, ahora libres de problemas de clasificación y con un cofre lleno de tesoros, pueden permitirse el lujo de elegir cuidadosamente los nombramientos a cumplir para no tensar aún más el físico desgastado por carreras muy largas. La otra diferencia sustancial con mi época sin duda tiene que ver con las superficies de juego: de la tierra y la hierba que dominaron la escena hasta los años 70, el recorrido se ha sesgado cada vez más hacia el hormigón, que será democrático porque hace muy homogéneos los valores técnicos, pero es la superficie más dañina para las articulaciones. Entre otras cosas, ahora todo el inicio de la temporada está previsto precisamente en pista dura, atándose así a la consideración inicial del poco tiempo disponible para la preparación invernal: en definitiva, es necesario gestionar el estrés físico desde los primeros partidos. Incluso la transición veraniega de hierba, o de los últimos torneos europeos sobre tierra batida, al Masters 1000 americano en pista dura es especialmente exigente desde el punto de vista deportivo, y se combina con unas condiciones ambientales que suelen ser al límite. Pero si se pudiera llegar a una racionalización en el calendario, la tecnología no se puede detener: las nuevas raquetas, pero también las nuevas zapatillas, permiten un mayor control de los golpes y una mayor agresividad, permitiendo un juego más potente y con empuje que solicita a los jugadores. músculos hasta la exasperación, además de haber cambiado la morfología del jugador-tipo, ahora por encima del metro y 90.
Yo, con la raqueta de madera, realicé el mismo movimiento al servicio de los jugadores de hoy, pero no pude mantener su velocidad de ejecución por mucho tiempo. Las sombras del progreso.



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