En la suave ‘Mission Molière’ no queda claro qué nos quieren decir los hacedores


Ya en la escena inicial, el espectador tiene que pagar el precio: “Te han tendido una trampa”, muerde el cínico Alceste en la audiencia de estreno de Tilburg, que, en su opinión, podría haber optado mucho mejor por una velada segura frente a la televisión. “Has mostrado muy poca columna vertebral”. Su fiel amigo Philinte, que con su sonrisa fija está “condenado al amor incondicional” (un papel maravilloso de Joep van der Geest), intenta en vano calmar a Alceste.

De Misión Moliere – libre para el hombre que odia (1666) del escritor de comedia francés Molière: la directora Sarah Moeremans y el autor Joachim Robbrecht catapultan un clásico hacia la era moderna según una receta probada y comprobada. Anteriormente lo hicieron con obras de Henrik Ibsen y con leyendas milenarias. Produce metateatro alegre, en un palacio de espejos distorsionados lleno de candelabros y pantallas de lámparas decadentes. Los personajes son conscientes del hecho de que están jugando en una obra antigua, pero no pueden escapar de ella.

Para Alceste, que es reacio a cualquier forma de ostentación, artificialidad y teatro, es, con mucho, la más objetable. Ve la actuación como quizás la última consecuencia del oportunismo y el engaño: hacerse pasar por otra persona, con la plena conciencia de que todo el mundo es consciente de esta artificialidad. Mientras tanto, suspira, ha sido rechazado por la mujer que ama durante más de trescientos años. Se burló de la audiencia: “¿No es agradable ver eso?”

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honestidad sin adornos

No solo el público, todos se convierten en víctimas de la honestidad sin adornos de Alceste, incluido él mismo. Lindas y dolorosas -porque reconocibles en la incomodidad- son las escenas con Oronte (Alicia Boedhoe), en esta retraducción una cantautora no tanto desprovista de talento, pero desgraciadamente lidia con la mediocridad. La lágrima de Alceste al escuchar uno de sus mil de uno es de “vómito contenido”, declara.

Alceste está maravillosamente interpretada por Louis van der Waal: insufrible pero aún así muy tierno. Está enamorado de Célimène, a quien Julia Ghysels retrata con feroz veneno y que ha hecho de la poligamia un arte de vivir. Es hilarante el gag de Célimène, que proclama que va a escribir una carta cada vez que sale del escenario. Alceste, con creciente frustración: “¡Tú te vas!”

Arsinoé también es maravilloso, un papel inicialmente marginal (“Casi me descartan”, dice Keja Klaasje Kwestro) que culmina en una mano vulnerable a nuestros tiempos: “Adóptame”, ruega al público. Ella está esperando en la salida del artista.

Agarrar

Mucho motivo de risa en esta suave comedia, que muestra que Alceste ciertamente no lo tiene más fácil en esta era moderna de influencers que en la corte francesa del siglo XVII: hay suficiente alboroto y jactancia de los que alejarse.

Sin embargo, el rendimiento no deja una impresión duradera. Quizá los numerosos metachistes finos y el juego exaltado oscurecen las intenciones de los creadores: está claro que Misión Moliere–siguiendo el texto fuente– quiere decirnos algo sobre el cinismo, la hipocresía, la sinceridad y la idoneidad, pero ¿qué exactamente?

https://www.youtube.com/watch?v=MG12SH5puFc



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