Si Europa quiere volverse menos dependiente de sus materias primas, tendrá que cortar su propia carne

La UE quiere ser menos dependiente del mundo exterior para su transición verde. Eso tiene un precio.

Pedro Gisen

En 2007, el 30 por ciento de los paneles solares todavía se fabricaban en Europa. Después de eso, los productores europeos fueron barridos por competidores chinos que podían ofrecer los paneles mucho más baratos gracias a los subsidios estatales. La Comisión Europea propuso aranceles de importación, pero nunca llegaron porque China amenazó con tomar contramedidas contra el vino francés y los automóviles alemanes. Ahora solo el 0,2 por ciento de los paneles solares se fabrican en Europa.

Esta semana, la Comisión Europea presentó dos propuestas legislativas para hacer que Europa sea menos dependiente de China, Estados Unidos y otras partes del mundo para su transición verde. La ley de industria verde, la Ley Industrial Net-Zero, debe garantizar que las empresas europeas puedan competir, por ejemplo, en la producción de paneles solares, hidrógeno verde o turbinas eólicas. La Ley de Materias Primas Críticas debe garantizar que Europa tenga acceso a las materias primas necesarias para la transición verde. La autonomía estratégica es la palabra de moda en Bruselas: Europa debe poder valerse más por sí misma.

Ambos proyectos de ley deben ser aplaudidos como una forma de mantenimiento atrasado que se necesita con urgencia. Por supuesto, se pueden hacer comentarios críticos. La ley de la industria verde promueve una carrera de subsidios en la que grandes empresas rentables enfrentan a Europa y Estados Unidos. La extracción de materias primas en Europa puede realizarse a expensas locales del medio ambiente y el paisaje.

Pero la UE tiene pocas opciones. Si China y Estados Unidos apoyan generosamente sus negocios, Europa difícilmente puede quedarse atrás. Y si la UE quiere volverse menos dependiente de las materias primas de Asia y África, tendrá que cortar su propia carne.

Los proyectos de ley muestran cómo ha cambiado la visión del mundo en Europa. Durante mucho tiempo, el mundo fue visto como un gran mercado donde los productos y las materias primas podían ser abastecidos a bajo precio desde cualquier otro lugar. Ahora la UE busca un nuevo equilibrio, en el que la economía se impulse más desde arriba, con la vista puesta en los intereses geopolíticos.

La posición de la UE no es fácil. Para su seguridad, depende de Estados Unidos, que exigirá lealtad en su conflicto cada vez más profundo con China. Pero Europa vuelve a depender de China para las materias primas y el comercio. La UE corre el peligro de quedar atrapada en este enfrentamiento geopolítico.

Al mismo tiempo, el orden político establecido en los Estados miembros se ha debilitado gravemente, como se volvió a demostrar la semana pasada. El presidente francés Macron se vio obligado a dejar de lado el parlamento para elevar la edad de jubilación. En los Países Bajos, las elecciones parlamentarias dejaron claro una vez más lo mal que lo están haciendo los partidos establecidos.

También hay factores positivos. Europa tiene dinero, conocimientos y el mayor mercado interior del mundo. El Green Deal proporciona una estrategia para el futuro. Pero la autonomía estratégica cuesta dinero: la energía, las materias primas y los productos se encarecerán. Debido al aumento de las tasas de interés, pedir prestado a bajo precio ya no es una opción.

Durante la crisis energética anterior, en la década de 1970, los líderes políticos aún podían contar con una sólida base de apoyo. En los años turbulentos que se avecinan para Europa, su posición es más débil que nunca. La pregunta no es solo si Europa puede mantenerse en el escenario mundial, sino también si puede vender su estrategia a sus propios ciudadanos.

El Volkskrant Commentaar expresa la posición del periódico. Surge después de una discusión entre los comentaristas y los editores en jefe.



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