La holandesa Emily Fischer de Kerkrade ha experimentado el impacto de su vida. Mientras conducía por la carretera con su esposo, su cigarrillo electrónico explotó. “La cosa salió como un petardo entre los pedales y los pies de mi marido. Fue como una bala”, dice la mujer conmocionada. Afortunadamente, aparte de algunos dedos quemados y una estrella en el parabrisas, la pareja no se quedó con mucho del accidente.
Editorial
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