El mercado laboral no parece verse afectado (en absoluto) todavía por las dificultades en marcha, ligadas a las subidas de precios ya los problemas de abastecimiento debido a la guerra entre Rusia y Ucrania. En febrero, sorprendentemente, el número de empleados registró un aumento de 81 mil unidades con respecto a enero. Istat, en los datos provisionales de empleo (relativos al mes de febrero) dados a conocer ayer, también certificó -30 mil parados (de nuevo en la comparativa económica), con la tasa de paro bajada al 8,5% (24,2% entre los menores de 25 años) y -79 mil inactivos. Sin embargo, se empieza a notar el clima de incertidumbre que está caracterizando el periodo: el crecimiento de los ocupados en el mes es precisamente atribuible íntegramente a las relaciones de duración determinada (+133.000 unidades) y a los autónomos (56.000 autónomos más). ocupados en enero), mientras que el trabajo permanente, por tiempo indefinido, se derrumbó literalmente (-109 mil puestos).
El signo positivo de los ocupados en febrero, tras dos meses de gran estabilidad, eleva la tasa de ocupación al 59,6%, +0,6 puntos respecto a los niveles previos a la pandemia (en febrero de 2020 la tasa de ocupación era del 59% -a niveles absolutos todavía estamos con 91 mil empleados menos). En cualquier caso, el 59,6% es la tasa de empleo más alta registrada desde el inicio de la serie histórica Istat (pero aún existen grandes lagunas: la tasa de empleo de los hombres es del 68,7%, la de las mujeres es solo ligeramente superior al 50%, 50,4% para ser exactos, hay una distancia de más de 18 puntos porcentuales).
En comparación con enero de 2021, hay casi 850 mil empleados más; más de la mitad son empleados temporales con una estimación de casi 3 millones 200 mil unidades, el valor más alto desde 1977 (pero la participación de los empleados temporales ronda el 14% del total ocupado, 17% del empleo dependiente, valores absolutamente en línea a nivel internacional). También en comparación con los niveles previos a la pandemia (febrero de 2020), la tasa de desempleo cayó del 9,6% al 8,5% mientras que la tasa de inactividad, en el 34,8%, es superior en 0,2 puntos.
La fotografía de los jóvenes está a oscuras: la tasa de paro en el colectivo de menores de 25 años ha bajado al 24,2% (-8,4 puntos en el año), pero seguimos en los últimos puestos del ranking internacional, peor que Italia, recordó Eurostat, Grecia (31,1% tasa de paro juvenil) y España (29,8%), y nos quedamos muy lejos del top de la clase, Alemania, estable en el 5,7% gracias al sistema de formación dual que aquí no te puedes bajar del terrestre.
Los efectos vinculados a la guerra entre Rusia y Ucrania probablemente se verán en el mercado laboral italiano en los próximos meses como uno de los efectos más directos de la desaceleración de la economía (las principales estimaciones apuntan a la primera mitad del año); los sectores industriales son, de hecho, los primeros que han sufrido con una reducción de actividades y horas trabajadas debido a la reanudación de los despidos. Los servicios sufrirán posteriormente, y aquí, a pesar de la nueva normativa sobre amortiguadores en vigor desde enero, existe el riesgo de una contracción del empleo.