Florentina, de origen lucano, nacida en 1955, Margherita Cassano es la primera mujer en convertirse en presidenta del Tribunal de Casación, el cargo más alto del poder judicial. El nombramiento fue decidido por unanimidad por el pleno del CSM. Nacida en una familia donde su padre Pietro también era magistrado, Cassano ganó el concurso para ingresar a la carrera judicial en 1980 e inmediatamente eligió la carrera de fiscal, principalmente realizando investigaciones sobre crimen organizado y narcotráfico a gran escala; de 1991 a 1998 la experiencia en la dirección distrital antimafia y la enseñanza de Pier Luigi Vigna, segundo fiscal nacional antimafia.
La experiencia en el CSM
En las filas del Ministerio Público hasta 1998, Cassano fue elegido hasta 2001 para el Consejo Superior de la Judicatura en la corriente de la Judicatura Independiente, la considerada más “moderada”. Al término de la conciliación pasa a Casación, donde, además de la actividad de las Secciones conjuntas, es miembro de la Primera Sección Penal; fue ella quien redactó la sentencia definitiva de la ex mano derecha de Silvio Berlusconi, Marcello Dell’Utri, por competencia externa en una asociación mafiosa.
Presidente en Florencia
Desde 2015 ha vuelto a “su” Florencia con un puesto directivo de prestigio, la presidencia del Tribunal de Apelación; permanecerá allí hasta 2020, cuando, también en este caso es la primera mujer (entonces declaró que esperaba y deseaba a sus compañeros magistrados que pronto “esta noticia ya no será noticia”), sea nombrada por el CSM como vicepresidente de la Casación. En esencia, es el “número 2” de Pietro Curzio, un exponente de la izquierda de la judicatura, que se jubiló hace unos días por haber llegado al límite de edad.
El “caso Palamara”
Partidario de la necesidad de un diálogo constante con los abogados para mejorar la calidad de la jurisdicción, Cassano ha intervenido, no a menudo pero de manera oportuna, en puntos críticos tradicionales del sistema de justicia. Sobre las corrientes, por ejemplo: «Las asociaciones judiciales –argumentó Cassano– se alimentan de la diversidad de opiniones, del pluralismo, como en toda democracia. Cuando se convierte en un ejercicio impropio del poder, se vuelve patológico”. Y sobre el “caso Palamara”, recordó que “es una historia dramática para nuestro cuerpo profesional, la mayoría lo formamos gente que trabaja en silencio y con abnegación. Sin embargo, hasta los peores eventos pueden convertirse en una oportunidad positiva para recuperar los valores fundamentales de la jurisdicción. Este es el mensaje que me gustaría dirigir a las generaciones más jóvenes».
procesos de medios
Palabras claras también contra los procesos mediáticos que “además de alimentar una atención morbosa y exagerada a los hechos noticiosos más sensacionalistas, determinan un solapamiento indebido entre la realidad y la dimensión virtual, producen una innegable adicción emocional con la consiguiente anulación de cualquier forma de pietas”. , que es también uno de los pilares de la convivencia civil. No contribuyen a la comprensión de los problemas humanos y sociales que subyacen a los diversos hechos, pisotean la presunción constitucional de inocencia creando verdaderos ‘monstruos mediáticos’.