Desde el siglo XVII, Grasse es conocida en todo el mundo por sus fragantes flores. Grasse se encuentra en el interior de la Riviera francesa y tiene un microclima en el que pueden florecer campos de rosa de mayo, nardos, lavanda y jazmín. Hoy, la región produce flores para las marcas de lujo más grandes del mundo, incluidas Dior y Chanel.
De hecho, el jazmín de Grasse se vende a un precio superior al del oro. En 2018, la cultura del perfume de la región incluso se incluyó en la lista de la Unesco del patrimonio cultural inmaterial.
Ahora el cambio climático parece amenazar la tradición del perfume. Las condiciones climáticas como la sequía, las olas de calor y las fuertes lluvias dificultan la floricultura. Este verano, Grasse sufrió una sequía extrema que provocó que algunos productores perdieran casi la mitad de su cosecha. Las altas temperaturas también afectan a la futura calidad de las rosas y dificultan el crecimiento de algunas flores, como el nardo.
Carole Biancalana, una perfumista de cuarta generación, dijo El guardián que inmediatamente sintió los efectos del cambio de clima. Su cosecha de nardos se redujo en un 40 por ciento. Su abuela solía participar en ceremonias de lluvia durante los períodos de sequía. “Pero no creo que eso ayude en el clima actual”.
Las materias primas están bajo amenaza
La ciudad de Grasse no está sola en la lucha de la industria del perfume. En todo el mundo, las materias primas para perfumes se ven amenazadas por patrones climáticos cada vez más extremos. Por ejemplo, los cultivos de vainilla en el continente africano se han visto afectados por olas de calor en los últimos años. En 2017, un ciclón en Madagascar destruyó el 30 por ciento de la cosecha, elevando el precio a más de $600 por kilo.
“Es posible que el cambio climático no afecte el aroma del perfume”, dice Benoit Verdier, cofundador de la casa de perfumes Ex Nihilo Paris. “Pero afectará el precio”, dijo Verdier. El guardián.
Actualmente existen pocos estudios científicos sobre el impacto del cambio climático en los cultivos de la región. Sin embargo, varias empresas de perfumería del sector han comenzado a apoyar a los productores locales invirtiendo en técnicas de investigación y adaptación. Aún así, algunos en la industria temen las consecuencias.
Una de ellas es Armelle Janody, presidenta de Biancalana Les Fleurs d’Exception du Pays de Grasse, una asociación que une a los productores de la región. “¿Cómo podemos adaptarnos y a quién debemos pedir apoyo?” dice Janody. “Esas son las preguntas que hacemos”.
“Observamos cambios, pero no tenemos estudios científicos sobre lo que está sucediendo objetivamente”, dice Janody. El presidente teme que los productores pierdan autonomía y soberanía en cuanto reciban ayuda de la industria del perfume. “Estas marcas quieren asociar sus perfumes con nuestra historia y herencia, pero llegan y quieren cambiarlo todo. No queremos ser servidores de la industria”.