“Creo que debemos inspirarnos en los buenos ejemplos. En la España del Gobierno de Sánchez, la reforma del ministro Díaz, al encarecer los contratos de duración determinada, ha favorecido la estabilidad en las relaciones laborales con una doble ventaja para trabajadores y empresas. La ley es útil si hablamos de ese salario mínimo por hora que existe en casi toda Europa y que debería ir acompañado de una ley de representación para limpiar los casi mil tipos de contratos -hace diez años eran menos de cuatrocientos-, un aumento número para eludir un sistema de protecciones y garantías que es necesario restaurar. En cuanto al papel del Estado en la economía, creo que Keynes resolvió la cuestión hace mucho tiempo. En fases de dificultad o recesión en la producción, el trabajo y el consumo, el Estado no debe hacer un poco mejor o un poco peor lo que hacen los demás, debe hacer lo que nadie hace, es decir, invertir”.
Ecología y trabajo. ¿La transición no corre el riesgo de perder empleos y dañar nuestros negocios?
«La realidad es que esa transición no puede ser gratuita, pero los costes no pueden ser únicamente sociales y pesar sobre los hombros de trabajadores y empresas obligadas a despedir o cerrar. El desafío es lograr que un nuevo modelo de desarrollo sostenible en términos económicos, sociales y ambientales incluya políticas de conversión para aquellos sectores que de otro modo corren el riesgo de ser expulsados del mercado. Si lo que realmente tenemos ante nosotros es una nueva revolución en las formas de producción y consumo, entonces es necesario que las estrategias industriales de un país como el nuestro ataquen el problema sin sufrirlo con más inversión y creatividad. Todo ello en una perspectiva en la que Europa debe asumir sus responsabilidades a partir de la reforma del pacto de estabilidad y las normas sobre ayudas de estado”.
Schlein habla de un “nuevo modelo de desarrollo” y durante los trabajos de la asamblea constituyente alguien hizo críticas al sistema capitalista que recordaban viejos planteamientos. ¿No crees que estas discusiones están un poco alejadas de la realidad?
“Creo que no debemos tener miedo a las palabras. Ninguno de nosotros imaginó que seríamos capaces de presenciar el asalto de cientos de escuadristas el 6 de enero de 2021 en el templo de la democracia estadounidense, la sede del Congreso. Pero si algo así pudo haber ocurrido y si el presidente de los Estados Unidos de América habla abiertamente de democracias más “frágiles” en el corazón de Occidente es porque la combinación de la gran crisis de 2008 con las recesiones que provocó, y tras la pandemia, han producido un impacto en la clase media sin precedentes en la segunda mitad del siglo XX. Cuando el cuerpo central de la sociedad, las clases medias, siente cuestionadas sus conquistas y las mismas certezas a transmitir a las generaciones posteriores, las instituciones de las democracias no resisten el impacto y esto es lo que debemos reflexionar hoy, sobre las nuevas vínculo entre el capitalismo y la democracia. De las caricaturas, nadie imagina salir de una sociedad de libre mercado, se trata de entender cómo reconstruir un pacto, un compromiso social, que evite las tendencias autoritarias. Creo que una discusión de este tipo no debe alarmar a nadie, y menos a los sectores más avanzados y dinámicos de la empresa, conscientes de que sin consenso social ninguna innovación puede asentarse y evolucionar».