Robertson dice que es difícil estimar el verdadero alcance de los daños, pero espera que sea comparable al del terremoto de Christchurch de 2011, que entonces ascendió a unos 13.000 millones de dólares neozelandeses, miles de millones de euros. “Es claro que la destrucción de infraestructura, viviendas y comercios de la gente es muy grande”, dijo el ministro.
El ciclón destruyó huertos, viñedos y cultivos en algunas de las áreas más productivas de Nueva Zelanda. Las carreteras están dañadas y miles de residentes están sin electricidad, agua o un techo sobre sus cabezas.
Además de los daños materiales, también hubo nueve muertos.