En el horrible 2023 del Diablo, las responsabilidades del técnico se hacen patentes entre sistemas de juego insostenibles, nula atención defensiva y nuevos fichajes que siguen sin repercutir tras seis meses
Milán se ha negado a sí mismo. Donde la palabra Milán puede ser reemplazada textualmente por Pioli. Una especie de abjuración táctica, mental y atlética. Como si más de tres años de trabajo hubieran sido cancelados en un mes. Que, para que conste, en cualquier caso ha sido duro porque no basta con un puñado de partidos acertados al azar -una tesis bastante popular al otro lado de los canales- para hacerse con la Champions y el Scudetto. La criatura se pierde, el juguete se rompe y Pioli parece confundido. Definitivamente confundido.
Evidentemente, no podemos dejar de partir de la tarde de ayer y del 3-5-2 que fue la gran sorpresa táctica de los rossoneri en este derbi. El problema, sin embargo, es que, por lo que se ha visto claramente, no fue un movimiento para barajar las cartas y hacerse menos legible con el oponente, sino una elección de “autoprotección”. Ese es el sistema de juego que se considera más adecuado para limitar a los oponentes, enjaularlos y no meterlos. Densidad en el centro del campo, como explicó el técnico antes del partido, y un doble delantero que, por las condiciones en las que se encuentran Giroud y Origi, podría desactivarse fácilmente. En otras palabras, el concepto que pasó al equipo fue “primero: no los lleves”. Y, como bien sabemos -Pioli ante todo-, éste no es un equipo capaz, por sus características y mentalidad, de gestionar un resultado. Seguir un plan de carrera donde la orden es esperar, tratando de frenar el daño.
cuantos goles hay en la alineacion
De momento nada funciona, pero hay un aspecto en concreto que quita el sueño al técnico: la fase defensiva. Una película de terror que parece no tener fin, con la secuela de la secuela de la secuela. Es una trama decididamente aburrida, ya que los errores suelen ser siempre los mismos. Defectuoso -eufemismo-, en especial el manejo de las jugadas a balón parado, como demostró el gol de Lautaro, pero también los goles encajados en la Supercopa, o los de la Roma (cuando empezaron todos los líos). El Milan concede goles al contraataque cuando pierde el equilibrio (de ahí la elección “conservadora” de Pioli en el derbi), pero también marca en la defensa de alineación. Basta pensar en el gol de Berardi en el empate 5-2 del Sassuolo en San Siro: otro córner, otra total falta de atención de la defensa. Situaciones que hay que entrenar y probar a lo largo de la semana, y en las que evidentemente todavía tenemos que trabajar mucho. En los ocho partidos de 2023, el Diavolo encajó 19 goles.
Ya no hay identidad
El juego, muy simplemente, ya no existe. ¿Las causas? En parte, faltan hombres clave –desde Maignan hasta un mediapunta capaz de hacer el papel de verdad–, la enfermería ha sido una espina clavada desde que empezó la temporada, los que regresaban del Mundial llegaban a Milanello con las pilas descargadas , pero nada de esto explica la total incoherencia del Milan actual. Independientemente del sistema de juego, el equipo es aburrido, farragoso, lento en el razonamiento y temeroso en las inserciones. Los laterales ya no empujan, el trocar ha perdido la imaginación, hasta Tonali ha sido absorbido por la vorágine. El Milan tenía una identidad de juego clara y brillante que, mirando al equipo ahora, parece no haber existido nunca.
Terror con el balón en los pies
Érase una vez un equipo que defendía atacando. Milán ganó el Scudetto con prerrogativas de coraje y actitud, al igual que Italia ganó el Campeonato de Europa. Ahora los jugadores pueden leer el terror de tener el balón en los pies. La consecuencia es lógica: no vas más allá de los deberes, apoyas a tu compañero más cercano, tiendes a jugar al revés, ya no intentas saltar sobre el hombre. El trabajo del entrenador también es gestionar la psique de sus jugadores, lo que Pioli ha hecho a la perfección durante tres años. Y ahora que ya no puede meterse en sus cabezas, uno se pregunta si se puede revertir el proceso. Eso sí, el técnico tiene la llave para entrar porque la ha usado muchas veces en el pasado. Mientras tanto, en el terreno de juego son frecuentes las peleas flagrantes entre compañeros: anoche Calabria se desquitó descaradamente con Tatarusanu a los tres minutos de juego.
Caras nuevas con poca implicación
El mercado de verano ha sido hasta ahora un fracaso, los números hablan por sí solos. Desde el lujoso -en términos de gasto- De Ketelaere hasta Thiaw, Vranckx, pasando por el impalpable Origi. En muchos casos eran los directamente implicados los que no estaban a la altura, en otros es razonable pensar que Pioli podría haber hecho rotaciones diferentes, intentando confiar en algunos recién llegados. Thiaw, por ejemplo, ciertamente no se desfiguró cuando ingresó ayer. Y si, para algunos, el Milan parece una camiseta demasiado pesada, entre las tareas de un entrenador también está la de aprovechar al máximo los traspasos del mercado de fichajes. Sin embargo, este es un terreno resbaladizo, porque la línea entre las elecciones incuestionables del entrenador y un grupo de jugadores de un nivel no excelente es muy delgada.
6 de febrero de 2023 (cambio 6 de febrero de 2023 | 12:30)
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