C‘es quien ama a uno porque son cariñoso y obedientey quien más, elegante e independiente. Las diferencias entre perro y gato son evidentes, hasta el punto de que los humanos prácticamente reconocen la piel que mejor se adapta a su carácter. Y, en efecto, se identifican con su animal favorito, transfiriendo a sí mismos algunas características de sus cuatro patas. Una operación hasta cierto punto fundada.
Perro y gato, y “persona perro” vs “persona gato”
Existir estudios ad hoc sobre la personalidad de “personas que aman a los perros” (persona perro) en comparación con la de “personas que aman a los gatos” (persona gato). Pero el panorama siempre ha aparecido bastante contradictorio acerca de la existencia de dos tipos distintos. El mismo Samuel Gosling lo declara, profesor de psicología de la Universidad de Austin en Texas, decidiendo examinar los cinco rasgos de personalidad predominantes en relación con la preferencia por perros o gatos. A partir del análisis de las respuestas de un grupo de autodenominados perro personas o gato personas sin embargo, sacó algunas conclusiones. Y eso es eso los amantes de los perros destacan por su extroversión y escrupulosidad, mientras que los amantes de los gatos son más introvertidos, neuróticos y curiosos.
Según otro Estudio de 2017 que apareció en el Human-Animal Interaction Bulletin, quien decida adoptar un perro tendría un carácter más sociable, vivaz y cordial, pero también estaría particularmente atento a las reglas y los lazos sociales. En reversa los amantes de los gatos eran más propensos al pensamiento abstracto y, en promedio, más inteligentes e independientes y confiados en sus habilidades.
Perro y gato: son diferentes en todo (o casi)
Convencidos o no de los resultados de estas investigaciones, tanto perro persona Eso persona gato tendrán que ponerse de acuerdo en las características opuestas que nosotros, como sus dueños, amamos y toleramos. La expresión “se llevan como un perro y un gato” proviene del hecho mismo de que las dos especies representan dos universos opuestos. Tanto en la forma de estar en el mundo y de construir relaciones, como de comunicar. Sobre el tema Roberto Marchesini, etólogo y zooantropólogo, y amante de ambos mundos, escribió Perro gato. Comparando dos estilos (editor Apeiron). Un libro que también es un juego entender la cuota de «felinidad y caninismo» que nos han podido transmitiro que nos ayudaron a expresar.
¿Casa o familia?
para el gato la casa es sagrada. Históricamente, el hombre adoptó al gato cuando se volvió sedentario, para deshacerse de los ratones y las serpientes. No es casualidad que el gato sea considerado la deidad patrona de la casa. Para favorecer esta relación tan especial con el territorio, es mejor no introducir cambios bruscos (por ejemplo, otro gato) y dejar que el gato de la casa decida sus espacios.
Por el contrario, para el perro. el hogar es la familia. Históricamente es nómada, defiende el campamento pero, para el hombre, está dispuesto a moverse en cualquier momento. De ahí la relación de ambos con los viajes: tolerable para Fido, si viaja con su familia, básicamente una tragedia para los gatos.
Los mimos: ¿quién toma la iniciativa?
Al gato le encanta que lo acaricien. si es el que toma la iniciativa, por lo demás tolera poco alboroto: también debido a la gran sensibilidad de su pelaje. Por eso ama a los “maestros” más tímidos.
¿El perro? Él nunca está lleno de eso. Si pertenece a algunas razas (como el Labrador) es un auténtico agujero negro emocional: nunca le bastarían.
¿El hombre, pasatiempo o líder de la manada?
Simplificando, el gato se queda con el hombre cuando este no tiene nada que hacer. Lo experimenta como un igual.
Si, por el contrario, consideramos que el perro desciende del lobo, también queda claro el origen de la dinámica que pone en juego en la relación con los demás miembros de la familia. Para él, soy una manada o un equipo de fútbol. De ahí la importancia de un armonía con su “señor”: sólo si la relación de confianza es estable, el perro confía. Si “tira” de la correa es porque no “escucha” al “señor” y decide que, en ese momento, le toca a él (el perro) “traer” al otro (el amo). Experimenta el juego como un entrenamiento.
Un espacio, ¿dos o tres dimensiones?
El gato es un trapecista, un equilibrista, un acróbata. Y vive verticalmente, sobre todo. En general, odia las aglomeraciones y la novedad: cuando entra un desconocido, su primer pensamiento será ir a esconderse. A partir de ahí observará si la noticia le interesa o no. Levantarlo equivale a ponerlo nervioso.
Por el contrario, el perro vive en horizontal. Le encantan los espacios abiertos pero también las fiestas y el ruido. Ama a las personas, especialmente si son amigos de sus amigos.
La relación con la comida: ¿bulímica o ritual?
El gato mordisqueaba croquetas desde la madrugada y, básicamente, hasta sin tregua. En reversa el perro come en el momento adecuado y le encantan los rituales de la comida: el plato preparado para él, de cierta manera, en un momento determinado.
La inteligencia del perro y el gato.
Una gran cuestión que anima a admiradores y detractores de las dos especies es la relativa a la inteligencia. La ciencia, como señala Marchesini, dice que los perros tienen 530 millones de neuronas corticales, los gatos 250 millones. Desde que trajo investigadores de la Universidad de Vanderbilt en Nashville (Tennessee, EE. UU.) para afirmar que el perro es más inteligente que el gato. Sin embargo, como etólogo, el estudioso italiano no está convencido de que estos datos sean suficientes para otorgarle al perro el premio más inteligente.
Y de hecho distinguir entre el dos tipos de inteligencia. En un lado el mas politico del perronotoriamente propensa a la sociabilidad y capaz de construir relaciones jerárquicas, hacer mediaciones, organizar grupos. Por otro, el más intuitivo del gato., que también es más flexible a la hora de actuar. Si las pruebas de inteligencia del perro se hicieran sobre pruebas de resolución de problemas, el gato sería mucho más inteligente. En definitiva, son dos inteligencias diferentes: es decir, perros y gatos tienen estructuras cognitivas capaces de realizar distintas tareas. En resumen, no es posible decir cuál es el animal más inteligente.
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