La parte de la viola pierde su inocencia.

Rara vez mi gato se queda en la habitación mientras estudio, pero esta semana está tirado en mi estuche de viola mientras estudio los ritmos irregulares de Le sacre du printemps distraído de la actualidad. Mi arco se sacude en diferentes tiempos que trato de mantener dentro de un corsé metronómico, pero rápidamente extraño las jugosas disonancias de los instrumentos de viento. Sin ellos mi interpretación es una lucha en lugar de música. Si mi teléfono móvil señala una nueva noticia, mi gato es más rápido. Con atención juguetona se lanza sobre él con todo su cuerpecito e interrumpe mi hábito de revisar las noticias de vez en cuando. Críticamente, reúno mi concentración y vuelvo a sumergirme en mi juego.

Durante los siguientes días en la orquesta, mi viola late en los acordes de viento sangrientos de Stravinsky y logro mantener mi mente en la música, hasta que el director ruso cuenta una canción popular en la que se basa uno de los temas principales. Aunque solo habla de sacrificios, culturas primitivas y el sueño de Stravinsky sobre una primavera rusa que cambiará el mundo por la violencia cósmica, se me acelera el pulso. Cuando también confiesa que es mitad ucraniano, pierdo la concentración para siempre.

La adoración musical de las fuerzas primarias eslavas se siente más amenazante cada día. La parte de la viola pierde su inocencia y mientras mi mano derecha imita el pisoteo de los pies, no puedo detener el tumulto en mi cabeza. Durante el concierto, los numerosos cambios de hora sacuden los escenarios musicales del año de estreno 1913 y el aterrador mes de marzo de 2022. En la final persigo a través de la danza sagrada como si yo mismo fuera el elegido que tiene que bailar hasta la muerte. Los aplausos me alivian de mi confusión.

Es tarde cuando llego a casa esta noche. Cansado, voy a mi estudio a poner la viola en su lugar. El atril se ha caído al suelo, la partitura está desparramada por la sala. Cuando enciendo las luces, veo a mi gato tirado en el lote de Stravinsky. Bosteza, se estira y se me acerca inocentemente. En última instancia, creo que el ballet se trata de fuerzas primarias. Lo tomo y me maravillo con el lenguaje universal de la música.

Ewa María Wagner es violista y escritor.



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