“Te lo ruego, ayúdame”: Soraya lleva 491 días encerrada en casa, ahora resiste entre lágrimas la prohibición de la educación de los talibanes


A Soraya le encantaría aprender a leer y escribir. O incluso conocer a sus compañeros. Pero no se les permite hacer todo eso, bajo el estricto régimen de los talibanes en Afganistán. Y así ha estado encerrada en su casa durante 491 días. Entre lágrimas, la niña grita su impotencia, pero también tiene un importante atractivo para sus compañeros de sufrimiento. “Te lo ruego, ayúdame. Trate de estudiar en casa tanto como sea posible, para que algún día podamos defender nuestros derechos básicos”.


Desde la toma de poder de los talibanes en 2021, los derechos de las mujeres en el país islámico se han reducido drásticamente. Por ejemplo, las mujeres ya no son bienvenidas en los gimnasios, baños públicos (piscina), parques y jardines de la capital, Kabul.

Las niñas que quieren aprender también vieron sus sueños destrozados. Primero se les cerraron las puertas de la educación secundaria, luego le siguieron las universidades. Sin embargo, los líderes talibanes habían prometido previamente «ser más flexibles».

«Tú entiendes mi dolor»

Así que para millones de mujeres todo había vuelto. Soraya ahora ha encontrado el coraje para hacer un video en el que pide ayuda a sus compatriotas sin dinero. El video fue compartido en Twitter por Shabnam Nasimi, un activista de derechos humanos que solía ser asesor político del ministro afgano de asuntos de refugiados.

“A todas las niñas afganas, por favor traten de estudiar de cualquier manera que puedan”, dijo entre lágrimas. “Le cuento al mundo sobre tu dolor. Y entiendes mi dolor. Te ruego que me ayudes. Por favor, levántate y apóyame. Está bien si no sales a protestar. Pero trata de estudiar para que algún día podamos irnos de este lugar. Escribe y lee, necesito tu ayuda.”

Diplomas rotos en transmisión en vivo

Ismail Mashal fue uno de los pocos hombres que se atrevió a oponerse abiertamente a la prohibición de la educación. Como profesor, dirigió una universidad privada en Kabul. Cuando se conoció la drástica decisión, rompió todos sus diplomas en una transmisión en vivo por televisión.


“A partir de hoy, ya no necesito estos diplomas porque no hay lugar para la educación en este país. Si a mi hermana y a mi madre no se les permite estudiar, tampoco aceptaré mi educación”, dijo.

Mashal fue aún más lejos en su súplica emocional. “Hago un llamado a todos los padres para que tomen a su hija de la mano y la lleven a la escuela, aunque las puertas estén cerradas. Haz eso todos los días, incluso si está prohibido. Eso es lo mínimo que pueden hacer para demostrar que son hombres. Lo digo no por emoción, sino porque duele. Los hombres deben defender a las mujeres afganas y defender sus derechos”.

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