Él el gobierno está listo para dar batalla contra la nueva directiva de la UE para invernaderos que, según los últimos borradores, contemplaría un doble endurecimiento con la obligación de pasar a la clase energética E para todas las viviendas de los 27 países miembros en 2030 y, antes de 2033, a la clase D.
El sábado, el ministro de Infraestructuras y Transportes, Matteo Salvini, tronó contra Bruselas al hablar de “otra opción europea” contra Italia: “Nos opondremos, en nombre del sentido común y el realismo, como gobierno, pero sobre todo como italianos”. : la casa es un bien precioso, fruto de los sacrificios de toda una vida, lugar de recuerdos y de afectos».
Por lo tanto, es la preocupación doble paso – además suavizado en comparación con las primeras versiones del texto (en las que ya se estableció un cruce intermedio en 2027 y clases energéticas más altas debido a la doble obligación) – que corre el riesgo de convertirse en un aguijón para los bolsillos de los italianos. Porque, como también recordó Salvini, citando datos de ANCE, más de 9 de los 12,2 millones de edificios residenciales se construyeron antes de la entrada en vigor de la normativa de ahorro energético y, por tanto, no podrían garantizar el rendimiento exigido por la nueva normativa.
A partir del 9 de febrero comienza la discusión
A la presidencia sueca de la UE le gustaría que la directiva tuviera luz verde antes de que finalice “su” semestre, pero el tiempo podría ser más largo. La próxima fecha a marcar con un círculo rojo en el calendario es el 9 de febrero cuando el texto llegará a la comisión de industria, investigación y energía (Itre) junto con la lluvia de enmiendas, más de 1500, firmadas en su mayoría por el bloque de centro -derecha- ala en el Parlamento Europeo -que va desde el Partido Popular Europeo, hasta Ecr (Conservadores y Reformistas Europeos), pasando por Identidad y Democracia-, entre cuyos escaños también se sientan los tres partidos de la mayoría de gobierno (FdI, Lega y Forza Italia), claramente contraria al dictado impuesto por la directiva propuesta. Lo cual, hay que decirlo, deja cierta discrecionalidad nacional en el camino hacia la consecución de los objetivos finales de descarbonización, con los Estados llamados a desarrollar su propio plan de renovación del parque edificatorio, también a través de la identificación de estándares mínimos de eficiencia energética en los sector residencial. Mientras que el texto es imperativo sobre los plazos en los que se deben rehabilitar los edificios residenciales en clave verde.
Las críticas de la mayoría
Y es en el doble, estricto, binario, no en los objetivos básicos, que el críticas de las fuerzas mayoritarias, como explica Nicola Procaccini, eurodiputado y director nacional de energía y medio ambiente de la FdI: «Todos coincidimos en los objetivos finales que persigue la disposición, pero impugnamos la falta de flexibilidad y la temporalidad que se impone a los estados. Por ello lucharemos e intentaremos construir un frente transversal, que pueda llegar también a los liberales, para volver a llevar la directiva por el camino del sentido común y apoyar este camino de la eficiencia energética y la reducción del consumo, no con límites, umbrales. y sanciones, sino promoviendo, financiando y apoyando incentivos y vías más graduales».