Matteo Messina Denaro no fue y nunca quiso ser el “jefe de jefes” de la Cosa nostra. Demasiado inteligente y egoísta para aspirar a cubrir un papel que habría atraído el foco de atención de la justicia y la atención despiadada de los enemigos, más de lo que ha sucedido. Después de la caída de los corleonesi Bernardo Provenzano y Totò Riina, fue en efecto el último padrino autoritario, temido y carismático, pero sin ninguna voluntad real de colocarse en la cima de una estructura compleja, cómplice y ambigua como…