El canciller alemán Olaf Scholz no tiene palabras positivas para los manifestantes en el pueblo de Lützerath, que está siendo demolido por una mina de lignito, y mucho menos por la violencia que han utilizado. Él les ofrece una alternativa. “Tal vez la protesta debería dirigirse contra el hecho de que se necesitan seis años para que se apruebe una turbina eólica”, dijo al periódico Tageszeitung.
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