A Mae, de 23 años, le dijeron en la escuela primaria que era demasiado dulce para HAVO y la enviaron a MAVO. Incluso después de obtener su diploma HAVO, esa afirmación siguió persiguiéndola durante mucho tiempo. Ahora tiene un título universitario en el bolsillo y dirige su propia empresa. “Al final, estoy agradecido por cómo resultó todo esto, porque aprendí una lección muy importante: nunca dejes que nadie determine tus debilidades”.
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