El centrocampista sardo hace balance: «Hablamos entre nosotros, los resultados se ven. El Scudetto sigue siendo nuestro objetivo. Y quiero ser menos fogoso»
Nicolò Barella es siempre una isla dentro de una isla: esta vez está en Malta, que ciertamente no será su Cerdeña, pero está lo suficientemente resguardada como para reordenar ideas. Aquí, en el cálido miniretiro, antes de regresar hoy a Milán, el centrocampista tótem del Inter ve más allá del azul del Mediterráneo abierto de par en par frente a él: en sus ojos solo está la víspera del campeonato, la Copa del Mundo casi un ruido de fondo molesto.