Tronchetti Provera: «Con la crisis energética en riesgo en Europa el bienestar y la democracia»

Europa debe aprender la lección

Somos una región que transforma, no tenemos materias primas. Hoy pensamos en energía, pero el problema surge también para el níquel, las tierras raras, el litio y para todos los componentes esenciales para la transición digital y ecológica del continente. Aquí, aprendamos nuestra lección y comencemos a prepararnos. Si cada país juega sus juegos solo, en última instancia será un juego perdido para todos. Porque la fuerza, repito, es el mercado común europeo, con un poder adquisitivo considerable y reglas iguales para todos. Si la fuerza del mercado se divide, no habrá fuertes repercusiones solo en Italia o en el España, sino también de aquellos actores que hoy hacen acuerdos bilaterales. O jugamos juntos o perdemos todos.

La comisionada Ursula von der Leyen repite esto a menudo. Pero los gobiernos de los países europeos no siempre recuerdan esto. Italia está actualmente buscando su propio camino. El viernes en Bruselas, el luxemburgués Pierre Gramegna, querido por Alemania, fue elegido presidente del ESM. Por cierto, al ministro de Economía, Giorgetti, se le atribuye este chiste: «Los consejos europeos son como un partido de fútbol. Un partido sencillo que dura noventa minutos y al final gana Alemania».

¿Cómo juzga los primeros movimientos económicos del gobierno italiano en Europa?

El camino tomado por el ministro de Economía, Giorgetti, es correcto. Italia tiene la suerte de tener un comisario en Bruselas como Paolo Gentiloni, que protege los intereses de Europa con una visión amplia como la del comisario francés Thierry Breton. El propio primer ministro Giorgia Meloni eligió Bruselas para su primera visita oficial. S tseñales que apuntan en la dirección correcta. Europa tiene todas las herramientas para entender cómo apoyar la competitividad europea.

Vuelvo a los riesgos para nuestro modelo de vida. El bienestar europeo es un modelo para todo el mundo. Si entra en crisis, la democracia entra en crisis. Si el malestar social rebasa cierto límite, como enseña la historia, se corre el riesgo de que prevalezcan movimientos que nada tienen que ver con la dolorosa democracia europea nacida en el corto siglo. Los sufrimientos del siglo XX nos permitieron construir la Europa en la que vivimos. ¿Queremos tirarlo todo por la borda? Todos los jefes de Estado y de Gobierno deben sentirse responsables de este momento.



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