El confederalismo es una ilusión. No hay un solo país en el mundo donde funcione ese sistema.

Bart Eeckhout es el comentarista principal.

Bart Eckout

En 1978, con Margaret Thatcher, los conservadores británicos hicieron una campaña dura y exitosa contra el gobierno socialista con el lema ‘La mano de obra no está funcionando’ – un juego de palabras que hacía referencia tanto a las altas cifras de desempleo como al estado del país. Con su nuevo y poderoso alegato a favor del confederalismo, el presidente de N-VA, Bart De Wever, desempaca con una variante de esa vieja campaña de Thatcher: ‘Bélgica no está funcionando’.

Bart De Wever exige bastante de la imaginación de sus electores. Primero quiere que crean que los ataques «despertados» a sus vidas libres son su principal preocupación, luego quiere convencerlos de que dividir el país es la solución a todos sus problemas.

Sin embargo, la campaña N-VA también podría tener éxito. No es coincidencia que Bart De Wever esté dejando rugir las armas del confederalismo en este momento. El gobierno federal ya está caminando sonámbulo hacia una crisis existencial. La necesaria gestión de las sucesivas crisis ya no puede ocultar la falta de idea sobre hacia dónde va o debería ir este país. El presupuesto con fugas es un doloroso símbolo del terrible estado del país.

Las preocupaciones están justificadas. Los ‘desafíos’ futuros ya están llamando a la puerta, como el aumento de los costos debido al envejecimiento de la sociedad. Apenas hay amortiguadores, el tiempo se acaba. Los ciudadanos lo saben. Entonces no es imposible que también quieran decir que ‘Bélgica no está funcionando’.

Racionalmente, hay mucho que decir contra el atractivo del confederalismo. Es precisamente el enfoque de décadas en la reforma estatal lo que ha llevado a este país a donde está hoy, con su aparato gubernamental hinchado y servicios deficientes en funciones básicas. ¿Realmente queremos más de eso?

El confederalismo es una ilusión. No hay otro país en el mundo donde funcione ese sistema, no existe un estado que se reforme establemente en una confederación. El confederalismo es solo una breve escala para la separación completa del país, el separatismo con abrigo de piel de oveja.

Por lo tanto, es bastante notable que N-VA pudiera lograr el éxito con esta idea. La responsabilidad, o mejor dicho: la irresponsabilidad, de la actual coalición es grande. Se acabó la ambición de irradiar unidad, se fue la comprensión de que esta podría ser la última oportunidad para la radicalización política y haría completamente imposible el buen gobierno.

Ciertamente, los líderes del partido de habla francesa deberían mirarse en el espejo. Con pesar, el presidente belga de MR, Georges-Louis Bouchez, señala ahora que, después de años de sabotaje interno continuo, el confederalismo N-VA parece ser la única alternativa. Pero el presidente del PS, Paul Magnette, ahora también ve que el punto final de su eterno ‘no’ bien puede convertirse en una negociación sobre la división del país.

No es demasiado tarde. Todavía hay tiempo para retomar el rumbo en el gobierno del país. Si eso funcionará? Como los chicos de Meltheads gritando en la radio en estos días, «No soy ingenuo».



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