Al menos 184 militantes kurdos han muerto en los ataques turcos en el norte de Siria e Irak en los últimos días. Así lo anunció el Ministerio de Defensa de Turquía el lunes. La mayoría de los ataques fueron llevados a cabo por aviones no tripulados y aviones de combate, teniendo como objetivo bases pertenecientes al Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) y la milicia YPG kurda afiliada al PKK.
Turquía responsabiliza al PKK por el ataque con bomba del 13 de noviembre en el centro de Estambul que mató a seis personas. Tras ese ataque, fue detenida una mujer que presuntamente confesó haber sido entrenada por el PKK en Siria. El propio PKK ha negado cualquier implicación en el ataque, señalando que no atacan a civiles.
Los ataques aéreos turcos de los últimos días fueron descritos por el ministerio turco como una “ofensiva antiterrorista”. En los últimos días, las milicias sirias confirmaron que dos aldeas en la región fronteriza habían sido atacadas por bombardeos turcos, dejando decenas de muertos. Estas milicias, unidas en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), han dicho que vengarán los ataques de Turquía.
Según el Ministerio de Defensa turco, los ataques continuarán “hasta que se destruya al último terrorista”. Más temprano el lunes, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, insinuó una posible guerra terrestre en el norte de Siria.
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