Las consultas de crisis entre Serbia y Kosovo sobre un tema delicado de matrículas no arrojaron nada el lunes. La Unión Europea no descarta que el conflicto se intensifique con protestas violentas.
«Desafortunadamente, después de horas de discusión, no se ha llegado a ningún acuerdo», dijo el jefe de asuntos exteriores de la UE, Josep Borrell. «Los líderes de ambos países deben darse cuenta de que son responsables del colapso de las conversaciones y de la posible escalada del conflicto resultante de esta decepción».
Las tensiones entre los dos países giran en torno a las matrículas de los vehículos que utilizan para cruzar la frontera. Kosovo quiere que los serbios que crucen la región fronteriza lo hagan a partir de ahora con matrícula de Kosovo. Quienes no lo hagan se arriesgan a una multa a partir del martes. El vehículo también puede ser confiscado.
El gobierno kosovar está tomando medidas porque sus matrículas con las letras RKS (República de Kosovo) no están permitidas en Serbia.
Serbia ve a Kosovo como una provincia renegada
El tema de las matrículas es delicado debido al estatus de Kosovo. El país se independizó de Serbia en 2008. Más de cien países reconocen a Kosovo como un estado independiente, pero el gobierno de Belgrado no lo hace. Serbia considera a Kosovo una provincia renegada que se ha secesionado ilegalmente.
Los aproximadamente 50.000 serbios que viven en las provincias fronterizas todavía se consideran parte de la población serbia. Es por eso que protestaron con vehemencia contra las reglas de matrícula anunciadas por el gobierno kosovar. Por ejemplo, se establecieron bloqueos fronterizos y miles de residentes renunciaron, lo que provocó importantes retrasos en los controles fronterizos.
La UE participó activamente como mediador en las conversaciones. Según Borrell, el gobierno serbio quería acordar una solución provisional, pero el primer ministro kosovar, Albin Kurti, no estaba a favor. Parte de la propuesta era posponer diez meses el cambio de política de Kosovo.