La búsqueda de una brújula que nos permita orientarnos en el mapa de una nueva frontera entre el orden y el desorden ha resultado ser aún más difícil de lo esperado. El fracaso de la globalización, al menos en las formas a las que nos hemos acostumbrado a conocer, fue analizado con detalle en la última edición de la Fiesta de la Economía de Trento, celebrada del 2 al 5 de junio. Ahora es el momento de ir más allá. La guerra de Ucrania, que además del bombardeo de Serbia fue el primer conflicto armado real en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, ha dejado huellas y laceraciones que no serán fáciles de remediar. Y los vientos de guerra soplan en todo el mundo. En particular, la verdadera espada de Damocles, la que debe suscitar mayor preocupación, es el caso de Taiwán, considerado por China como parte integrante de la República Popular.
En estos escenarios, que fácilmente pueden volverse dramáticos, el péndulo del poder oscila entre Oriente y Occidente. Un Occidente lleno de contradicciones y en busca de nuevos valores tras el declive de las ideologías, desde la sostenibilidad a la economía circular pasando por la igualdad de género. Y un Oriente que busca imponerse al empuje de las autocracias, aparentemente mucho más sólidas que las pendencieras y demasiado a menudo impotentes democracias pero muy parecidas a gigantes con pies de barro, socavados en su base por las incógnitas de pueblos adormecidos, que la historia enseña que pueden transformarse en levantamientos populares con fuerza disruptiva. La necesidad es mirar más allá de los acontecimientos actuales para dar a las opciones cotidianas una perspectiva que vaya más allá de la emergencia diaria.
Imagina el futuro para construirlo
Necesitamos imaginar un futuro mejor, condición indispensable para saber construirlo. El paso previo es aumentar la conciencia de las elecciones que ya se están haciendo, sin la conciencia necesaria, arrastradas por la sucesión de los acontecimientos. Un río en crecida desde hace más de 30 años, tras la caída del Muro de Berlín y la salida de Internet de los confines de la industria militar, donde nació allá por 1969, por iniciativa del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Pero es fácil prever cambios aún más disruptivos que, además, ya están en marcha. Aunque, ensombrecidos por la vida cotidiana, no nos demos cuenta o lo hagamos solo parcialmente.
Al contrario, nos espera un futuro en el que la vida para todos será radicalmente distinta. Es una ilusión, por ejemplo, pensar que habiendo vencido al Covid-19, que aún no ha sido vencido definitivamente, las pandemias representan un capítulo cerrado. No será así. Y es mejor intentar que no te pille desprevenido una vez más. Al fin y al cabo, toda la medicina está en el centro de una revolución que tiene como protagonistas a la inteligencia artificial y la robótica, en este caso la nanorobótica. Los mismos protagonistas que marcarán nuevos paradigmas en la industria, los servicios, la organización del territorio, a partir de las ciudades.
Los desafíos de un nuevo mundo
El futuro del futuro, como sugiere el título de la edición 2023 del Festival of Economics, pasa por los retos de un mundo nuevo: en primer lugar, el cambio climático y la transición energética. Pero también la necesidad de controlar la deuda pública de los estados, de vencer la inflación, de evitar la recesión. La escala de las revoluciones venideras trasciende los límites tanto de la imaginación como de la tierra. Y de hecho uno de los capítulos más fascinantes es el de la economía del espacio, con el regreso a la luna y los empresarios privados como protagonistas junto a los Estados. Ciertamente, para tener éxito, es necesario redescubrir un sistema de valores barrido por el consumismo y el nacionalismo en su versión más obtusa. Con la capacidad de poner en primer lugar la sostenibilidad, la economía circular, la inclusión y la igualdad de género.