En una rueda de prensa, a propósito de un derbi, se pasa a escuchar los clichés más dispares. Hay quien alivia la tensión («Vale tres puntos como cualquier otro partido») y quien lo compara con una final («No se juega, se gana»). Al fin y al cabo, un derbi divide a la afición, despierta rivalidades con sabor a añejo y, lamentablemente, por momentos, trasciende en conflictos que van mucho más allá del fútbol. Quién sabe entonces que el Dios de los derbis no se haya tomado vacaciones para este fin de semana, para sentarse cómodamente él mismo a observar seis de los más calientes de Europa. Sí, porque un chiste del calendario hizo seis desafíos para colocarse en este primer fin de semana de noviembre que dividen otras tantas espléndidas ciudades de toda Europa. Y el Roma-Lazio es uno de ellos.
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