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Hacia la hora de cierre me acerco al mostrador de la tienda del museo para comprar un folleto. La señora detrás de la caja está contando dinero. Entonces ella mira hacia arriba. “¡No, solo quédate donde estás!” grita para mi sorpresa y me detengo. Entonces veo la cabeza de un caniche marrón elevarse por encima del mostrador y volver a hundirse obedientemente.

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