Después de dos días de caos en el aeropuerto de Charleroi, los sindicatos y la dirección llegaron a un acuerdo esta mañana. Aunque aún hoy los viajeros que partían estaban ahí por la molestia: la puerta permanecía cerrada. En vano, los pasajeros llorando y empujando intentaron colarse ayer en el aeropuerto. El economista del transporte Eddy Van de Voorde (UAntwerp) elabora el balance y explica por qué Charleroi se sale con la suya y no se convierte en un segundo Schiphol.
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ENTREVISTA. Después del fiasco de Charleroi: por qué incluso esto apenas daña la imagen
