Primer ministro japonés investiga secta lunar

El primer ministro japonés, Fumio Kishida, ordenó hoy una investigación sobre la Iglesia de la Unificación, también conocida como la Secta de la Luna. Lo hizo después de que el asesinato del exprimer ministro Shinzo Abe en julio expusiera los estrechos vínculos entre la secta y el partido gobernante. Como resultado, el apoyo en el país al gobierno de Kishida ha caído a su nivel más bajo desde que asumió el cargo.

La ministra de Educación y Cultura, Keiko Nagaoka, declaró que la primera ministra Kisida le ha dado instrucciones para investigar la Iglesia de la Unificación. «Voy a empezar de inmediato».

Después del asesinato de Abe, se descubrió que 179 de los 379 diputados del gobernante Partido Liberal Democrático, que también incluía al ex primer ministro, tenían vínculos con la iglesia. Luego creció la ira en Japón, ya que el partido parecía no estar dispuesto a dar una revelación completa sobre sus vínculos exactos con la iglesia.

“Problemas económicos por donaciones”

Abe recibió un disparo durante un mitin electoral. El presunto asesino, Tetsuya Yamagami, guardaba rencor contra el ex primer ministro por sus supuestos vínculos con la Iglesia de la Unificación. Su madre se habría metido en problemas económicos debido a las donaciones a la iglesia. El sospechoso acusó a Abe de promover el culto a la Luna.

La Iglesia de la Asociación niega haber infringido la ley. Por otro lado, muchos exintegrantes ya han manifestado críticas públicas. Afirman, entre otras cosas, que la secta Moon ejerce presión y establece objetivos para las donaciones.

Disolución

Por ejemplo, la investigación podría dar lugar a una orden de disolución de la organización. Si la secta Moon perdiera el estatus de organización religiosa de esta manera, por ejemplo, ya no disfrutaría de la exención de impuestos, pero aún podría continuar con sus actividades. Según los medios japoneses, hasta ahora solo dos grupos religiosos han estado sujetos a tal orden. Estos incluyen Aum Shinrikyo, el culto detrás del ataque mortal con gas sarín en el metro de Tokio en 1995.



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