Malas Relaciones – 95% Me quiere. Mi autoestima dice que no, pero…


C.Ara Ester, tengo 30 años y un peñasco en el corazón. Hace unas noches el chico con el que salía desde hacía siete meses me dijo basta en un banco del parque, en medio de parejas paseando con niños y señores paseando a sus perros.

te resumo. Es la noche de Nochebuena y me lo encuentro, por casualidad, en un bar. para mi es amor a primera vista, en siete segundos ya estoy enamorado. Es alto, guapo y deseado por todos. Pues sí, incluso yo, que siempre le he dado prioridad a la carrera, y al máster y al tercer grado, me deleito en uno que es inalcanzable.

Es un separado. 38 años, tan chévere como deprimido. Básicamente, uno de esos con una piedra en la cabeza. los El verdadero problema es que es hermoso. Cruza la ciudad en su bicicleta de carreras, llega a mi casa y no hace más que besarme con sus labios suaves y su olor a almizcle. Pero cuando termina, comete el error de abrir la boca y vomitar todos sus traumas pasados ​​sobre mí. Efectivamente no, la su trauma pasado.

Su esposa lo dejó hace dos años. Se fue con otra persona después de diez años de matrimonio. Y a partir de ese momento comenzaron las separaciones para siempre. Te quedas con la licuadora. Me llevaré los muebles de la habitación. Me dijo todo. Era hermosa, muy buena, una “mujer santa” según él.

Al principio me pedía vernos todas las tardes y siempre le decía que sí, que también será para recuperar los meses de abstinencia pandémica. Siempre reiteró que no se trataba solo de sexo y que de hecho también salíamos a cenar. Los meses, sin embargo, se sucedieron con muchas crisis para el ex y críticas hacia mí, estaba claro que no estaba enamorado, para nada. Por otro lado estaba yo escondiendo las notas de Derecho Privado antes de que llegara a mi casa para meterme en la cocina a hacer risotto, nunca en mi vida cociné para otra cosa, no solo risotto sino absolutamente nada y esto también me lo comió las patas de la mesa. me he adaptado

Una tarde me dijo: “Pero si un hombre con el que sales te dijera lo suficiente, ¿qué harías?” “Lo olvidaría” respondí. Al final lo conseguimos, pero no es que realmente me esté rindiendo.

La otra noche en el banco del parque me dijo que le gusto, pero el 95% y yo el 95% me quiere, yo no lo quiero. Lo más absurdo es que quiere quedar bien, salir de vez en cuando a tomar el aperitivo porque no sabe qué va a pasar, puede volver con su ex mujer o tal vez volver a juntarse conmigo. De hecho, desde aquella noche me sigue escribiendo a pesar de que le he dicho que no quiero volver a verlo nunca más. ¿Qué debo hacer? le respondo Estoy raspando el fondo del barril, lo sé, pero no voy a salir.

Gracias

D.

Respuesta de Ester Viola

Estimado D,

A veces me gustaría ser el fontanero, el electricista de las relaciones electrocutadas en lugar del parlanchín. Haz algo en lugar de esta nada alfabética.

“Garantías para nadie”, aquí está la definición de amor, D.

Autoestima y humillación

¿Qué hay de odioso en todos los amores desesperados, acabados o no correspondidos? No es dolor, es humillación: el amor infeliz es alguien que te da el certificado “eres secundario en mi vida”. A esto le sigue la conmiseración, el luto sin fin, el autocastigo con los tres, desde el culo caído hasta la rapidez de espíritu y la capacidad de entretener y divertir desde la cena hasta las dos de la mañana.

Y entonces uno cae en la trampa de “tratar de entender”. El plan de respaldo para vivir es reflexionar: el tiempo perdido está hecho de la misma sustancia que el “cómo podría ser” alternado con el “dónde me equivoqué”.

Baja autoestima, compulsión a repetir.

Lo más desalentador de estar enamorado es cuando entiendes que las soluciones existen, pero todas son ficticias. No hay pastilla de resignación, no hay pastilla de confianza en cada “tienes que empezar de nuevo” que te tienes que infligir, no hay pastilla para ir más allá y ni siquiera la pastilla de decir “¿qué me importa? ” al mando Y no existe la tableta que sería más útil: enamorar a otro, pasado mañana. “Pasar” es una convalecencia solitaria. Eres el médico, la cura y el mal.

Y no olvidemos las tonterías sentimentales durante el deseo de repetición: “Ya que nos gusta la derrota”, escribe Flaiano, “sigamos”. Compulsión a repetir, dicen los estudiosos del cerebro.

como salir de eso

sobre todo yoel futuro requiere pacienciaD., mucho más que entusiasmo. Ejercicio sin tregua de adaptación a las novedades. Disfruta lo que te pasa. Eso es todo, desde que naces hasta que mueres (con mucha literatura de por medio).

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