Por Gunnar Schupelius
Todos los alojamientos están completos, no hay tierra a la vista. El Senado no puede hacer frente a la nueva ola de refugiados. Pero el problema es casero, dice Gunnar Schupelius.
Berlín se encuentra en medio de una nueva crisis de refugiados. Miles de solicitantes de asilo cruzan la frontera verde hacia Alemania todos los días. Especialmente muchos de ellos vienen a la capital. Pero aquí los alojamientos están ocupados.
La administración social indicó este martes que el número de las últimas plazas disponibles en alojamientos comunitarios es de 327, que estarán completos en unos días.
“La situación es extremadamente tensa”, dijo a petición del portavoz de la Senadora de Asuntos Sociales. “Ya no tenemos reservas para alojar a los refugiados, especialmente cuando varias personas, como una familia, tienen que permanecer juntas”.
En caso de emergencia, incluso la aldea de contenedores en el antiguo aeropuerto de Tempelhof volvió a funcionar. Este provisional hace tiempo que está abarrotado.
En el senado social, el “Task Force Acquisition” está buscando otras “propiedades usables aptas”, por ejemplo “hostales y ex hoteles” que se van a alquilar. El vocero no negó expresamente la pregunta de si los gimnasios serían confiscados nuevamente, como en 2015 y 2016.
Esto también parece ser necesario nuevamente si la afluencia continúa y todo apunta a eso. Los migrantes de Siria, África y Afganistán pasan de contrabando a través del sureste de Europa a través de la llamada ruta de los Balcanes, y un número particularmente grande ingresa actualmente a través de la República Checa.
Berlín está muy agobiada por dos razones.
► En primer lugar, este año (hasta el 11 de septiembre) se alojaron aquí 80.346 refugiados de Ucrania. No tiene que solicitar asilo y recibir seguridad básica (Hartz IV) inmediatamente.
► En segundo lugar, muchos inmigrantes, especialmente de Siria, permanecen en la capital, quienes en realidad deberían ser distribuidos a otros estados federales después de su llegada. Este sistema ya no funciona porque 12 de los 16 estados federales se niegan estrictamente a aceptar más solicitantes de asilo. Según el Senado Social, este es “un problema real” para Berlín. Desde principios de año (hasta finales de agosto), se han alojado aquí 7.208 solicitantes de asilo.
Sin embargo, el verdadero problema del que habla la administración social y con el que ahora lucha la ciudad es casero. El Senado de Berlín rechaza la deportación de solicitantes de asilo rechazados y aboga por la admisión de más inmigrantes de la región mediterránea.
Este mensaje fue bien recibido en las redes sociales: quien venga a Berlín puede quedarse, y quien se quede obtendrá los mejores beneficios sociales disponibles en Europa o incluso en todo el mundo. A partir del 1 de enero de 2023, los solicitantes de asilo tendrán incluso derecho a prestaciones ciudadanas.
El gobierno ha creado incentivos para la entrada ilegal y ahora está haciendo sonar la alarma porque no puede acomodar a los inmigrantes. Eso no cuadra.
Y de todos modos, ya nadie habla de los costos, que están por las nubes y hay que cubrirlos con impuestos y nuevas deudas.
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