Eso es más importante que nunca en tiempos de escasez de personal, según Kim Janssens. viernes doctorado en la Universidad de Tilburgo. Organizó un experimento con más de 150 buscadores de empleo sobre asistencia social. La mitad de ellos recibió un folleto que los anima a pensar si están abiertos o no, con consejos como: ‘Tu empleador no necesita saber todo sobre ti, es normal que algunas cosas sean privadas’. Además, los consejeros de reinserción de este grupo recibieron el llamado ‘entrenamiento de concientización sobre el estigma’, en el que alguien con experiencias personales los hace más conscientes de los prejuicios sobre los empleados con enfermedades mentales. Los investigadores no hicieron nada en el grupo de control.
Resultado: aquellos a quienes se les hizo pensar solo en el ‘dilema de la apertura’ encontraron trabajo con el doble de frecuencia y lograron mantener ese trabajo con el doble de frecuencia. Notable, según Janssens, porque las personas que reciben asistencia social con (antiguos) problemas mentales a menudo se etiquetan como “personas alejadas del mercado laboral”. ‘Esta investigación muestra que el problema no es de las personas mismas, sino en gran medida de los empleadores.’
Esto también fue evidente en investigaciones anteriores de Janssens. En él, la mayoría de los gerentes indicaron que no contratan rápidamente a un postulante si saben que tiene problemas psicológicos. Un tercio incluso prefirió no contratar a empleados que padecían problemas mentales.
Los prejuicios pueden influir en la búsqueda de empleo
Según Janssens, a la gran mayoría de los holandeses les gustaría ser abiertos al respecto. Esto crea un campo de tensión durante las solicitudes de empleo. Después del estudio, Janssens habló con los participantes. Uno de ellos dijo que ahora se dio cuenta del hecho de que hay una opción. “Ella pensó que la apertura era la norma”.
El objetivo del estudio era hacer que las personas con problemas de salud mental se dieran cuenta de que ciertos prejuicios pueden desempeñar un papel durante la búsqueda de trabajo, dice Janssens. La intervención (folletos informativos y tres sesiones de formación de dos horas para consejeros de reintegración) es relativamente económica. “Esta es una opción asequible para ayudar a estos buscadores de empleo a encontrar un trabajo”.
Angelique de Rijk, profesora de la Universidad de Maastricht y no involucrada en el estudio, reacciona positivamente. ‘Es impresionante que se puedan lograr resultados tan buenos con una intervención tan pequeña. Sin duda, existe una demanda en la práctica de este tipo de ayudas para la formación y la toma de decisiones.’
Sin embargo, el profesor de medicina social también tiene reservas. El folleto requiere un cierto nivel de habilidades de lectura. “Una película podría atraer a un grupo más grande”. Además, algunas de las personas que encontraron trabajo después de la intervención todavía necesitaban asistencia social como complemento. “Trabajar no siempre vale la pena, es importante incluir esto en la investigación de seguimiento”.