B.usta ocre, de grano grueso, mi nombre en ondeantes letras doradas. Boda, creo. Y ve. Lanzo la moneda: ¿invitación o participación? El mundo está dividido entre los (pocos) a los que les gusta ir a bodas y los (muchos) que lo odian. Sigo orgullosamente entre los primeros.
Vivo la emoción del evento y el ritual de preparación, aunque me vaya a casar. Me gusta la espera nerviosa y aburrida en la iglesia y las cabezas vueltas en la entrada cuando llega la novia. Me encanta el sudor que gotea de la frente del novio y los pañuelos que sobresalen de los bolsillos.
Disfruto el parloteo errante de los niños disfrazados y los anillos de boda, a su merced, cosidos en las almohadas. pierdo mi tiempo un navegar por la ropa de los invitadosimaginando para algunos el momento en que increíblemente pensaron que la manga larga en julio fue brillante.
Me embriaga el olor de las flores de la iglesia mezclado con el del incienso. Me detengo a espiar a los esposos mientras, dóciles, se prestan a las poses fotográficas más inverosímiles.. Repaso el menú en las mesas en busca del giro que lo haga menos banal.
Me fascina el decaimiento del cabello ya a la mitad de la fiesta, los pies que emergen de los zapatos, las chaquetas abandonadas sobre las sillas, la cabeza tirada boca abajo en un sueño liberador de anciano.
He perdido el entusiasmo por la llegada de la torta ya que las hacen hermosas pero no comestiblespero sobre todo porque la celiaquía siempre me impide (y siempre lo digo) disfrutar de un trozo de ella.
Entonces, ¿hay algo que no me gusta de las bodas? Confieso que odio el tema de los regalos, sobre todo el ritual de la lista de bodas: ya sean objetos o una recaudación de fondos para el viaje de los cónyuges, la facilitación de no tener que pensar qué elegir choca con la renuencia de mi libre albedrío a ser enjaulado.
Y si, Soy de los que mandan regalos fuera de la lista. Saber que. Hora de abrir el sobre, una nota se desliza de lo que es una invitación y cae a mis pies. Lo recupero, dice: «Prescinde de regalos. Solo piensa en divertirte». Que Dios (o quien sea para Él) los bendiga.
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