El padre del microprocesador Faggin: «La conciencia no es un algoritmo sino creatividad»


Computadoras, física cuántica, conciencia, libre albedrío. ¿Qué tienen en común? Aparentemente nada. En realidad mucho, si seguimos el misterioso hilo rojo que une las estaciones de una vida extraordinaria, la de Federico Faggin, físico, inventor y empresario italiano, padre reconocido del microprocesador: ese milpiés cuadrado de silicio sin el cual no tendríamos un computadora personal y ni siquiera el teléfono inteligente.

Faggin celebró una Lectio Magistralis en Roma el primer día del Rome Innovation Hub, donde recibió el Premio Apollodorus. «La extraordinaria historia de Federico Faggin – subrayó en la ceremonia de entrega del cargo el director de Il Sole 24 Ore Fabio Tamburini – es un poco el emblema de lo que somos los italianos, en términos de genio creativo y capacidad empresarial, y al mismo tiempo de nuestra dificultad para dar a conocer en todo el mundo lo que valemos».

Entre la ciencia y la espiritualidad

Pero fue el propio Faggin quien generosamente compartió su historia personal, para explicar cómo llegó a la reflexión sobre la conciencia humana, contada en «Silicio», la autobiografía de 2019, y profundizada en el último libro, «Irriducibile», en el que rostros no sin temeridad las fronteras entre ciencia y espiritualidad.

Del microprocesador a la pantalla táctil

«Nací en Vicenza en el ’41 -comienza-, fui a las escuelas industriales. Trabajo en Olivetti desde los 60. Entendí que los transistores eran el futuro y que tenía que estudiar física cuántica. Así que me gradué en física en Padua en el ’65. En el 68 me encontré trabajando para Fairchild, donde inventé la tecnología MOS con una puerta de silicio». A partir de ahí comenzó una apasionante aventura profesional, con la invención del microprocesador, dos años más tarde en Intel, seguida de la fundación de su primera empresa, Zilog. De ahí la inteligencia artificial, con la creación de Synaptics, que hoy gana un par de billones al año. El intento fallido de «construir computadoras que aprendieran solas» con redes neuronales llevó a la decisión de cambiar de rumbo, con la invención del touchpad y la pantalla táctil.

¿De dónde viene la conciencia?

«Este interés por el funcionamiento del cerebro, en los años 87-88, me llevó a preguntarme: ‘¿Pero de dónde viene la conciencia?’ Los estudios hablaban de señales bioquímicas y bioeléctricas como si fueran el equivalente de lo que sentimos dentro de nosotros. Pero cuando como un trozo de chocolate, siento el sabor del chocolate. ¿Es esto, o el amor que siento por un niño, señales eléctricas? Si es así, me dije, y el cerebro es una computadora, entonces debo ser capaz de programar una computadora para que tenga conciencia’. Un callejón sin salida.



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