tun fin de semana pasado en compañía de un eclesiástico amigo suyo, invitado a comer y cenar. La primera reunión, dos días después, con la nueva premier Liz Truss. Asuntos ministeriales, los documentos de alto secreto contenidos en los icónicos maletines rojos, discutidos con sus colaboradores. Y luego el repentino empeoramiento, el miércoles por la noche, de sus condiciones de salud.
Pero según el relato de quienes habían pasado sus últimas horas con ella, las pasó con sus hijos Carlo y Anna a su lado, La reina Isabel de 96 años no había perdido su alegría y espíritu vivo..
Los últimos días de la reina Isabel
Desde su llegada, a finales de julio, la soberana había disfrutado un verano de descanso en su amado Balmoral, llenando sus días de salidas al jardín en compañía de su corgi, y de frecuentes paseos en silla de ruedas asistido por su amiga Angela Kelly. El famoso vestidor Elisabetta ya se había transformado en una verdadera guardiana de la reina, y fue ella quien la protegió asegurándose de que no se cansara demasiado.
La reina Isabel y los picnics de Cambridge
En las últimas semanas habían sido muchos los miembros de la familia que habían acudido a hacerle compañía a la monarca. A pesar de su creciente fragilidad, Elizabeth parecía serena y perfectamente cómoda con los niños de Cambridge, eligiendo con ellos los lugares de la vasta propiedad de Balmoral para organizar un picnic o una barbacoa. Y animó a George, 9, Charlotte, 7, y Louis, 4, a aprender el camino de windsor, el estilo en el que los Reales viven al aire libresin miedo a ensuciarse las manos y evitando recurrir a la servidumbre.
Los leales a la reina Isabel
Hasta ayer por la mañana, sus asistentes Paul Whybrew (apodado «Tall Paul» por su altura) y Barry Mitford le habían traído una copia del Puesto de carreras, el periódico de carreras de caballos que el soberano entusiasta de los caballos lee todos los días. Y la noche anterior, antes de que su salud se deteriorara repentinamente, la habían acompañado viendo sus programas de televisión favoritos con ella.
El pensamiento constante de Filippo
Durante su última estadía en Balmoral, la reina no perdió la oportunidad de hablar sobre Felipe, recordando a menudo los momentos que pasó con su esposo en la idílica finca escocesa.
En esto había encontrado dos grandes aliados, Sophie de Wessex y su hija Lady Louise, ambos muy cariñosos con el príncipe que falleció el año pasado. Con ellos pudo entregarse a los recuerdos, riendo y bromeando de tantos episodios acumulados en los 73 años que pasaron juntos. Una forma de seguir sintiendo la cercanía de su marido. Hasta el final.
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