La Supercopa es para la Real: Ancelotti celebra con Alaba y Benzema

Los blancos conquistan otro trofeo con un gol por tiempo: Casemiro y Vinicius también son decisivos

Los éxitos, los récords, los trofeos. La grandeza de Ancelotti y del Real Madrid es haberlos normalizado y compartirlos juntos. Helsinki es el escenario de la enésima conquista del rey Carlos, que levanta la copa número 23 como entrenador y se convierte en el técnico que ha ganado varias veces la Supercopa de Europa (4), mientras que es el quinto éxito de los españoles que enganchan en el registro de oro de la competición los plusmarquistas Milán y Barcelona. La brecha no es tan amplia como en el último precedente, cuando los dos equipos se enfrentaron en la final de la Copa de Campeones de 1960 con Puskas y Di Stéfano protagonistas del 7-3 a favor de los blancos. El fondo en cualquier caso no cambia, las firmas de abajo son «sólo» las de Alaba y Benzema, una por vez.

EL PARTIDO

El único debut es el del fuera de juego semiautomático. Porque si es cierto que un equipo ganador no cambia, Real Madrid y Eintracht se apoyan en el once campeón de las últimas finales de Champions y Europa League. En lo posible al menos, porque Glasner no puede alinear a Kostic, que formaliza su fichaje por la Juventus: en su lugar el más defensivo Lenz desde el primer minuto. El técnico alemán repite a Kamada a la zaga de Borré, mientras que ante el Bayern de Múnich en la derrota con la que abrió la Bundesliga se había decantado por Gotze. La elección podría dar los dividendos esperados a los catorce minutos de partido, cuando Knauff le roba el balón a Mendy y se lo pasa a Borré; el toque del atacante es perfecto para servir el corte japonés, pero frente a Courtois le tiemblan las piernas y lo patea.

La carrera en los tramos iniciales respeta las expectativas: los españoles hacen el juego, el Eintracht prefiere la compacidad sin elevar el centro de gravedad, espera y vuelve a empezar pese al empuje de 10 mil aficionados que llegaron a Helsinki desde Alemania sobre los 30 mil presentes. La respuesta del Madrid llega al 17′: al final de una buena acción coral, Valverde encuentra en el centro del área a Benzema, que a su vez apoya a Vinicius. La derecha se dirige al córner, pero Tuta literalmente quita el balón de la portería lanzándose en un tobogán. Los ritmos suben, Knauff obliga a Courtois a salvar con un remate tajante al primer palo (24′), que sin embargo el belga frustra sin demasiada dificultad. El lateral brasileño de la Real vuelve a intentarlo en el 37′, de nuevo con un disparo raso al segundo palo, esta vez es Trapp quien se opone desviando a córner. Sobre la evolución del córner, se suelta el partido: Benzema levanta un campanario, Casemiro cabecea el banco para Alaba, que solo en el área solo debe apoyar con la portería vacía. El Eintracht siente el golpe y minutos después se arriesga también a encajar el segundo gol del francés, que de forma insólita no enmarca el gol desde la frontal del área por sugerencia de Kroos.

SEGUNDA MITAD

El guión no cambia en la segunda mitad. La primera oportunidad ocurre en los pies de Vinicius, que desvía un centro de Mendy hacia la portería; Trapp se cuida en la circunstancia y rechaza (54′). Glasner no se conforma, no ve el susto que esperaba tras la vuelta del vestuario y por eso intenta darlo desde el banquillo aumentando la calidad hacia adelante: por dentro Gotze y Kolo Muani, por fuera Rode y Lindstrom con Kamada retrocediendo en el mediocampo Las camisetas del Eintracht inevitablemente se ensanchan y Casemiro aprovechó el espacio entre departamentos, pero su zurda desde fuera se imprimió en el larguero en el minuto 60. El doblete llega cinco minutos después, tras una débil conclusión de Knauff, y el fichaje es el más esperado: Vinicius pesca bien al límite a Benzema, el francés abre el bote de primera intención y pone a Trapp, autor de una incierta intervención, probablemente eclipsado por un compañero de equipo. El final no reserva giros, la posesión de la Real se articula aún más fácilmente gracias a la estructura desequilibrada de los alemanes, también porque Casemiro -mejor en el campo por desapego- es un muro infranqueable frente a la defensa. Ancelotti concede así los últimos minutos a Tchouameni y Rudiger, las nuevas caras del verano. Sus hábitos, por otro lado, siempre siguen siendo los mismos.



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