Según un testigo que trabajó para Irem en esa época, los trabajadores tailandeses vivían y dormían en un barco proporcionado por Irem por falta de espacio. “Los tailandeses vivían en condiciones mucho peores que la mayoría de los trabajadores europeos”, dijo la fuente. Incluso entonces, los trabajadores tailandeses ya habían sido atraídos a Europa con hermosas promesas. Irem y sus subcontratistas incluso establecieron las condiciones de empleo en un acuerdo con el sindicato de la construcción sueco Byggnads. Según el acuerdo, el tailandés cobraría 20.900 coronas suecas (2.000 euros) al mes. En realidad, solo les pagaron 6.000 coronas (578 euros).
Según varios medios suecos, el subcontratista tailandés habría presionado a los empleados para que declararan en papel que recibieron sus salarios correctamente. Cuatro trabajadores que se negaron a hacerlo fueron despedidos. Entonces estalló una huelga salvaje. Según el periódico, el incidente muestra sorprendentes similitudes con la situación de los trabajadores ucranianos que trabajan para Irem en Borealis.
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