La junta militar tomó el poder el año pasado y desde entonces ha sentenciado a muerte a decenas de activistas, pero el país no había ejecutado una pena de muerte en décadas. El mes pasado, la junta anunció su intención de ejecutar las sentencias de muerte, lo que provocó la indignación internacional. El jefe de la ONU, António Guterres, calificó la decisión de “violación flagrante del derecho a la vida, la libertad y la seguridad”.
Según los medios de Myanmar, uno de los ejecutados fue Phyo Zeya Thaw, un artista de hip-hop de 51 años que fue elegido al parlamento en 2015 como miembro del partido NLD de Aung San Suu Kyi, acusado por la junta de atacar miembros del régimen. En agosto, por ejemplo, supuestamente atacó un tren en Yangon con un arma de fuego y mató a cinco policías. Fue condenado en noviembre bajo las nuevas leyes antiterroristas del país. El destacado activista por la democracia Kyaw Min Yu, de 53 años, recibió la misma sentencia y también fue ejecutado.
Los otros dos activistas que fueron ejecutados habían sido declarados culpables de presuntamente asesinar a una mujer que creían que era informante de la junta.