Conduciendo por una carretera provincial en el centro de los Países Bajos, veo una bandera invertida ondeando en cada poste de luz durante millas. Debe haber cientos. ¿Por qué siento un escalofrío en este momento? La exhibición de banderas es menos grave que la violencia y la intimidación. Simplemente no soy receptivo a la indignación por la ‘profanación’ de la tricolor nacional. La confrontación con la ubicuidad de la protesta de los agricultores puede tomar un tiempo para que un habitante de la ciudad se acostumbre, pero no sorprende si sigue las noticias.
Me llama la atención que cada bandera es nueva y exactamente del mismo tamaño. Que todos ellos están muy bien unidos exactamente a la misma altura, con Abrazaderas. ¿Te pones tan alto cuando estás en un tractor, o usaste un recogedor de cerezas? En cualquier caso, tomó mucho trabajo y mucho dinero.
La súbita sospecha de una organización bien engrasada que pretende interpretar la voz espontánea del pueblo, en algún lado radica mi desasosiego.