Ahí está, en el caserío de Aldeneik, a un suspiro del lugar donde el Maas cruza definitivamente la frontera con Holanda: la última casa del país que se inundó el año pasado. Porque la vieja pared del dique erosionado aparentemente se detiene un metro antes de tiempo. O cómo Limburg, a pesar de la ruptura de un dique en Moelingen y la posterior desaparición de Herbricht, ha salido bien en general.
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