El 28 de junio de 1997, 60.000 fanáticos de Tote-Hosen se reunieron en el Rheinstadion de Düsseldorf con entradas agotadas. La banda dio su concierto número 1000 y todo parecía perfecto: clima, estado de ánimo y música. Pero las cosas resultaron de otra manera. Una niña de 16 años murió entre la multitud frente al escenario.
Un total de 300 aficionados resultaron heridos en el accidente. Como resultado, Toten Hosen no dio un concierto en Alemania durante un año y medio y atravesó una grave crisis de bandas. “Nunca olvidaremos este día”, dice una publicación de Instagram que conmemora a la difunta holandesa Rieke Lax.
El concierto en el Rheinstadion se interrumpió después de tres cuartos de hora: la banda que rodeaba al líder Campino abandonó el escenario. Los Toten Hosen luego se enteraron del accidente y se les pidió que siguieran jugando. Se dice que la policía temía una estampida.
Concierto terminó con miedo
Después del descanso, la actuación continuó, pero el estado de ánimo había cambiado. Atrás quedó la energía, el entusiasmo y el caos hedonista. La banda escribió en su sitio web que la actuación terminó en un “estado de ánimo deprimido y con miedo”.
“Pierdes un poco de tu ingenuidad. Y te das cuenta de que tienes una gran responsabilidad”, dijo el bajista Andreas Meurer sobre el accidente. En 2002, la banda Rieke Lax le dedicó la canción “Todo es uno”.
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