Durante una gira por Estados Unidos, los Giallorossi se encontraron frente a O’Rei, perdiendo por mucho. Pero el estadio, repleto de emigrantes, lo era todo para los calabreses.
Hace cincuenta años, Catanzaro desafió a Pelé desde el otro lado del mundo, en una ciudad de Nueva Jersey donde todos sabían quién era Pele pero nadie habría indicado con certeza el nombre de uno solo de los jugadores de Catanzaro, pero todos ellos -en las gradas del Roosevelt Stadium – gritaban “¡Italia! ¡¡Italia!!” porque eso no fue sólo un partido, sino la certificación de una identidad y una buena oportunidad para ser atacados por esa nostalgia que -lo sabemos bien- siempre es canalla cuando nos lleva a traición y en tierra ajena.