Al gabinete le gustaría reducir el número máximo de vuelos en el aeropuerto, ahora medio millón, en un 10 por ciento. Pero las consecuencias podrían ser mucho mayores que los 50.000 vuelos en los que se pensaría ahora, dice el economista de aviación Rogier Lieshout, quien ha realizado varias investigaciones sobre las consecuencias de la contracción para Schiphol y KLM, el mayor usuario del aeropuerto.