Y les dije: ‘No soy un entrenador, soy un entrenador’. Lo convencí diciéndole: ‘Déjalo crecer en mis manos. Tenía entonces 17 años. Era un jugador abierto al desarrollo y al aprendizaje.
Es muy bueno en las piezas a balón parado. Es diferente de los clásicos 10 números. Puede jugar de lateral izquierdo, de interior izquierdo o incluso de triple. Los pases finos son perfectos. Lo seguimos y hablamos con él.
“La última vez me dijo: ‘Profesor, me he vuelto mucho más fuerte y mejorado. Si hay un gran equipo, puedo volver a Turquía’.