Italia, se acabó la historia: Argentina nos arrolla 3-0. Mancini, hay trabajo por hacer

Goles de Lautaro, Di María y Dybala deciden, gran actuación de Messi. Chiellini, último de azul, juega un rato, aplausos por el regreso de Spinazzola

De nuestro corresponsal Fabio Licari

1 de junio
– Londres

No hay nada de malo en admitirlo. La historia de la bella Italia de Mancini ha terminado. Eso es suficiente. Bloqueado. Tenemos que empezar de cero o casi. Uno no sale del Mundial así sin consecuencias. Argentina, demasiado fuerte para nosotros, descubre todas las grietas y se lleva la Gran Final de Wembley. Tienen a Messi, Di María (Juve, ¿viste?) y Lautaro (Inter, piénsalo), más Dybala (Juve, cómete las manos) que entra y en dos minutos desplaza a Donnarumma: juntos multiplican su coeficiente de fenómenos y , protegidos de un equipo sólido y técnico, nos mandan por los aires mucho más allá del 3-0 firmado por Lautaro-Di Maria-Dybala. Terminamos a pedazos, con Mancini recurriendo al 3-5-2 pero también improvisando en la tregenda, como si el toque mágico se hubiera ido. Tienen razones, ya ni siquiera jugamos el juego. Perdón por Chiellini que, en el 117 y último, se merecía una despedida más digna, pero seguro que se extrañará a alguien como él. Ahora no hay tiempo que perder, empezando por las Naciones y recordando que, si nos equivocamos allí también, pondremos en riesgo el sorteo europeo y todo lo demás. Solo se salvan Donnarumma, que evita la goleada, y un poco Raspadori y Barella. El resto es para olvidar.

MESSI NO SE PUEDE LLEVAR

La superioridad de Argentina en el primer tiempo es impresionante. El control del balón y del juego, los cierres defensivos, los intercambios en la velocidad de ataque ponen de rodillas a los azules. El discurso de las ausencias es válido hasta cierto punto, a Jorginho le falta Verratti, Bernardeschi no es Chiesa, Belotti lucha, pero hace apenas un año hablábamos de todos los dueños. Es que Italia se ha achicado, más allá de la (casual, eso sí) eliminación con Macedonia. El 4-3-3 de Argentina tiene mucha movilidad gracias al movimiento total de Messi que parece rejuvenecido o, quizás, recargado por una Italia que no sabe cómo llevarlo. Su mediana con De Paul, Rodríguez y Lo Celso no es espectacular pero cumple perfectamente su función de proteger a los tres de delante. Seguramente Mancini movió a Barella a la izquierda en un intento de contener el inicio de la acción del parisino: durante un rato el interista se desgasta presionando y reinicios que consiguen aplausos, pero luego Messi despega y aterriza Italia. El 4-3-3 de Mancini no encuentra automatismos y creatividad, es firme y predecible.

DOS HERMOSOS GOLES

Más bien lamento que el gol llegue en el mejor momento, el único. Del 15′ al 30′ del primer tiempo, como Argentina no pica, Italia toma coraje y, en vez de esperar como antes, se hunde. Emerson a la izquierda hace Spinazzola, o Theo, hundiéndose y cruzando. Raspadori, a la izquierda, es el más vivo y tácticamente inteligente. Chiellini parece cerrarlo todo. Pero es una ilusión. Con Messi no puedes perder la concentración ni un momento. Berna pierde el balón, Di Lorenzo lo defiende mal ante Messi que lo agarra, entra al área de la soberbia y apoya a Lautaro al margen: 1-0. A partir de este momento Italia desaparece mientras Messi, Lautaro y Di María pasan a la silla. Si el primer gol es hermoso, el segundo es hermoso. Bonucci, que ya sacó un codazo «amarillo» de la «naranja» sobre Messi, deja escapar a Lautaro que inventa una extraordinaria asistencia en profundidad a Di María que en velocidad quema a Chellini y se burla de Donnarumma.

QUE FIGURA

La primera mitad ofrece un par de destellos de Italia, la segunda es una verdadera masacre. Mancini revoluciona dos veces Italia. Primero mete a Lazzari por la derecha, mueve a Di Lorenzo por el medio para Chiellini y Pessina avanza en ataque (con Locatelli por el medio). Luego, dentro de Spinazzola para el propio Pessina, va al 3-5-2 pero Scamacca, nuevo 9 azul para Belotti, es como si no existiera. De hecho, es Italia la que ya no existe. Por otro lado Di María y Messi enloquecen con cuatro fantásticos remates a los que contrapone Donnarumma, mejor que una pequeña Italia y casi humillado por los sudamericanos. Argentina se ríe de los Azzurri que cierran sin poder organizar ni una acción. Dybala, nada más entrar, hizo el 3-0 con un toque de los suyos. Adiós. Tiempo de renovación. Pero habrá trabajo que hacer. Mucho.



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