Van Rij argumenta que los muchos abusos que han salido a la luz en los últimos años no justifican una conclusión diferente. “Eso es extremadamente doloroso”. Se refiere, entre otras cosas, a los informes de PwC y la Autoridad holandesa de protección de datos sobre la forma en que trabajan las autoridades fiscales. Descubrieron, entre otras cosas, que las ‘listas negras’ elaboradas por las autoridades fiscales para hacer frente a los ‘defraudadores’ se basaban en parte en el criterio de selección de ‘nacionalidad’. La Administración de Impuestos y Aduanas consideró que una persona con nacionalidad no holandesa tenía más probabilidades de ser sospechosa que alguien con solo nacionalidad holandesa.
El sistema automático de selección de riesgos de la Administración Tributaria y Aduanera seleccionó con mayor frecuencia declaraciones de impuestos de personas con antecedentes no holandeses para verificaciones adicionales, mostraron los estudios. La excavación en los archivos de la Agencia Tributaria también reveló una serie de mensajes de correo electrónico vergonzosos que tenían un tono claramente racista. Por ejemplo, un empleado de Hacienda calificó a un grupo de sospechosos de fraude como ‘un nido de antillanos’. En varios correos, los empleados hablaron de ‘inmigrantes’ y ‘solicitantes de asilo’ en un contexto en el que ven claramente su origen extranjero como una señal de alarma de fraude.
Difícil de entender
El gobierno ha reflexionado durante mucho tiempo sobre la descripción de lo que salió mal en la Administración Tributaria y Aduanera en esta área. En 2020, el primer ministro Rutte rechazó enfáticamente el término “racismo institucional”. Pensó que era ‘jerga sociológica’ en ese momento. Prefirió hablar de ‘racismo sistémico’.
Van Rij ha estudiado la terminología en los últimos meses y ahora ha llegado al racismo ‘institucional’, escribe a la Cámara de Representantes. Se refiere a la definición que da el Instituto de Derechos Humanos de este término: mecanismos, procedimientos, hábitos o formas de comportamiento arraigados, estructurales, que muchas veces indirectamente, a veces difíciles de reconocer, perjudican a determinados grupos de personas en razón de su origen.
Según el Instituto, el racismo institucional no necesariamente significa racismo intencional u organizado. Los prejuicios subconscientes que influyen sustancialmente en el método de trabajo de una ‘institución’ también cumplen esa definición. Van Rij: ‘Creo que eso es muy serio, porque es muy difícil de entender’. El secretario de Estado reconoce que ‘por supuesto que no es menos doloroso para las personas afectadas’ que la Administración Tributaria y Aduanera, sin saberlo, actuara de forma racista.
Como en cartas anteriores al parlamento, Van Rij enfatiza que las listas negras ya no existen dentro de las autoridades fiscales. No dará más detalles sobre las implicaciones adicionales del reconocimiento del ‘racismo institucional’. ‘Entendemos que tal afirmación requiere reflexión’.
Se ha sostenido una conversación de ‘transferencia de normas’ con empleados de impuestos individuales que denigraron a inmigrantes y musulmanes en correos electrónicos, dice Van Rij. Hasta el momento, nadie ha sido despedido por ser racista. En toda la Administración Tributaria y Aduanera habrá una ‘deliberación moral’ en la que se sensibilice a los trabajadores sobre los prejuicios latentes a partir de ejemplos prácticos.
Van Rij ha pedido consejo a la Abogacía del Estado sobre las posibles consecuencias jurídicas de la ‘posible vulneración de derechos fundamentales en la selección de declaraciones’. Tendrá en cuenta ese consejo cuando diseñe un esquema de compensación para las cinco a quince mil personas que, según el ministerio, han sido engañadas por su inclusión en la lista negra, el Fraud Signaling Facility (FSV). En total había 270.000 personas en esa lista, pero la gran mayoría de los miembros del FSV no se habrían visto afectados por esto.