El comediante Jerrod Carmichael perfora directamente tu corazón con sinceridad y seriedad.

El pasado mes de marzo, la llegada de HBO Max a Holanda abrió una nueva puerta al mundo de la comedia estadounidense. Una incorporación reciente al servicio de transmisión estadounidense es el nuevo programa de Jerrod Carmichael (35), quien se hizo conocido por una comedia de situación sobre su familia ficticia en Carolina del Norte (El show de Carmichael† Aún más hogareño, Carmichael espera triunfar en Rothaniel, y al comienzo del espectáculo le pide a su audiencia que contribuya. Carmichael quiere hablar de un tema delicado: los secretos.

Su familia estaba llena de eso, con “cosas que existen y sin embargo no existen”. Se conocía la existencia de secretos, pero no se hablaba de ellos. Carmichael tiene un gran consejo profesional si quieres engañar a la persona que te gusta: conviértete en camionero. Era su padre Joe, el viernes por la noche se fue ‘de gira’ con su bonito traje y fumando agua de colonia. Cuando era niño, Carmichael sabía sobre el adulterio de su padre, pero tenía miedo de compartir esta información. El destino que te espera entonces: una sensación de complicidad.

Rothaniel es emocionante porque Carmichael se expone de tal manera que casi se vuelve incómodo. Casi, no demasiado: con férrea sincronización, Carmichael rompe la tensión de vez en cuando con alguna broma dura. Ese contraste entre seriedad y humor funciona bien, el humor también es un desahogo. Por ejemplo, uno puede reírse con alivio cuando Carmichael explica entre medias por qué se ríe tanto: “Si no me río, parezco el asesino de Malcolm X”.

Silencios ‘significativos’

La actuación es una especie de confesión: sentada en un taburete en el famoso y sombrío club de jazz Blue Note de Nueva York, Carmichael relata con calma cómo los secretos pueden correr en una familia durante generaciones. La sensación de estar ante una confesión se ve reforzada por el hecho de que habla con la cabeza gacha: la confesión a veces le resulta difícil. Y después de una efusión, a veces mira dentro de la habitación con ojos centelleantes.

Una confidencia es que le gustan los hombres, algo que al propio Carmichael le costó aceptar durante mucho tiempo. También lo hace su madre, que trata de ‘rezar para alejar’ su homosexualidad todas las noches. La tranquilidad proviene de una fuente inesperada; de su padre adúltero, que logra neutralizar sus propios pecados. “No importa, yo la cagué, tú la cagaste”, le dijo a su hijo, que acaba de salir.

Carmichael no se levanta de su taburete, pero invita al público a interrumpirlo. Las preguntas que recibe no son las más fáciles: ¿hubiera preferido no contarle a su madre sobre su homosexualidad después? ¿Podrá ser feliz sin que sus padres lo acepten por completo? Carmichael toma en serio todas las preguntas y no duda en pensar primero.

A veces estropea las cosas con sus silencios ‘significativos’, pero esas son las excepciones. En Rothaniel prevalece la sinceridad total, lo que hace que el programa sea muy diferente de la mayoría de los monólogos de comedia.

El enfoque de Jerrod Carmichael también expone una notable discrepancia: cuanto más personal haces algo, más universal se vuelve simultáneamente. Los secretos te enferman un poco, nos enseña. Él mismo fue literalmente el producto de secretos, por lo que sigue una revelación final al final de esta actuación especial.



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